X Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


FORÁNEOS Y VECINOS PROTAGONISTAS DE UNA SINGULAR FIESTA

María Eugenia Quintana Martínez

De juerga ininterrumpida llevamos ya 9 días. Las calles se visten de alegría, dibujando una fiesta singular y mundialmente conocida. La ciudad convierte al viajero en protagonista del disfrute de la fiesta.
Llevamos el pañuelo anudado al cuello como marca la tradición mientras las fiestas estén vivas. . De blanco y rojo, camiseta o camisa con pantalones, faja y alpargatas . Ir atractivo , al tiempo que cómodo y manchable.
Los toros ya están esperando para correr el último encierro. Emoción, devoción, sentimiento, tradición y valentía en la Cuesta de Santo Domingo y un enorme espíritu de solidaridad.
Todos compartimos en silencio esa sensación de miedo desde el cántico a San Fermín justo antes del cohete que da comienzo al encierro. A partir de este momento la mente se queda en blanco, y sólo se piensa en correr.
Estamos ya próximos a que el último astado entre en la plaza y asoma un halo de tristeza en el semblante.
Dentro de unas horas, toca desanudar los pañuelos, tras el “Pobre de mí”, que se llevará los últimos ecos de San Fermín.
El año próximo, vestiremos nuevamente de rojo y blanco para repetir una vivencia inigualable .
 

ESTAMOS LOCOS

Hodei Bustamante Béjar

Le prometí en secreto, por aquel capotico, que si salía de esta, lo haría una última vez.
Anudé el pañuelico a mi cuello y besé la silueta del patrón: aquel regalo del abuelo, mi talismán, siempre me había acompañado.
Derramé unos susurros alentadores.
El miedo y el temor, puntuales, acuden a su cita. Por muy experimentado que uno sea, no termina de acostumbrarse.
Estamos locos.
Amamos la adrenalina. Engancha.
En Pamplona, en sus calles, hombre y astado confrontan sus oportunidades.
Estamos locos.
Valientes con miedo. Temerarios que se entregan a la suerte de sus piernas.
Saboreamos el momentico. Buscamos coger toro.
El cohete retumba en las alturas.
En un acto instintivo llevo mi mano al costado y descifro la cicatriz, casi mortal, que 1 año atrás me apartó de la tradición familiar, y hoy, por última vez, morirá con aquel encierro.
Cojo aire y miro al cielo. El corazón a ritmo de metralleta.
Sonrío.
El animal bufa en su carrera, gana metros y pisa fuerte. Se apoya en la manada de hermanos y con derecho pleno se abre paso, amenazante, con agudas cornamentas.
Estamos locos. Dicen. De remate. Pero eso no se elige, se mama: Va por ti, San Fermín.
Y por ti, abuelo.
 

RECORRIDO.

Maria Eugenia Lopez Salmeron

Calor.
Ruidos.
Algunos estridentes, metálicos, de charanga exhausta pero insistente. Dianas con cuerpo aterido de gaupasa y Pasacalles vermuteros
Otros de clamor y exhalación abortada. En balcones, postes y farolas,oteros improvisados, azoteas …
…y en el coso que recibe un vertido de adrenalina,sudor, pelaje, sangre, testosterona resacosa …
…a la vez que adquiere ése tono cálido del sol saliente, entibiando graderios y dando la primera vuelta al ruedo, del día, sin pedir trofeo, aunque otorgándolo.
Voces de piropo y griterío confuso, jaleando embrutecidamente. Fuente de Navarrería y otros «templos paganos».
A veces, cantos melódicos y copla sentida, en cuanto se retan amables joteros con la entraña en la garganta.

Olores de aceite dulce, unos churros. Y el chocolate!
Aromas de aceites fritos, croquetas y calamares.
Avinagrados de gildas y pepinillos, encebollados de bonito y marineros de mejillonera o gamba con sal gorda.
Bodegueros de jamón lustroso y tortillas entre pan crujiente.

Amoniacados, del sudor y los meados callejeros.
Áspero, de las costras de vino que secan sobre la piel cubierta de ropa manchada.

Fragancia de rosas y lavanda en la colonia de los abuelos, que cruzas en el portal cuando salen a misa.

A caldico de pollo y sábanas limpias, previa ducha.
Por fín!