X Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


RECUERDOS.

María ángeles García Jimeno

María regreso a la ciudad tras sus estudios en el extranjero. Había regresado antes de que las fiestas comenzasen. Paseando por el paseo de Sarasate ya se veía el montaje de la tómbola de Cáritas a falta de unos últimos detalles. Podía ya sentir el olor de los papeles, el ruido del rasgado de estos, la emoción previa para ver el premio; y tantos boletos que guardar para el coche, la moto, la bici. Sólo un bolso hecho de trapillo rizado o unas galletas ya era haber tenido suerte en la tómbola.
También estaba ya preparada la zona de la Estafeta con el vallado. Le traía recuerdos de cuando era socorrista y cornearon a un turista. Su superior le gritaba que metiera el puño en la herida al lado del bazo para presionar mientras, con dificultad, la ambulancia se abría camino entre la gente.
Recuerdos que se iban amontonando.
Imágenes de cuando madrugó para ver salir al santo y ponerse en primera fila un día lluvioso y como las señoras mayores con sus paraguas se iban poniendo delante porque así es la gente mayor. O están delante o te vacían un ojo. Prometió no volver a ver la procesión de cerca.
Demasiado peligro.
 

LA CORNADA

Jesús Andrés Pico Rebollo

Apenas he podido pegar ojo. Mi cuerpo dolorido quisiera tensarse por las calles de Pamplona. Insomne, sí, pero inmerso en plena fiesta. Me levanto trabajosamente y me asomo a la ventana. Nerviosismo y tensión. Los mozos saltan y estiran los músculos de sus piernas anhelando el breve momento intenso de la carrera. Yo busco el lugar idóneo para correr este primer encierro de los Sanfermines. La cuesta de Santo Domingo, rápida y limpia… Tal vez la curva apurada y comprometida de Mercaderes… Pero no, mejor al final de Telefónica, esperando la llegada de un retinto rezagado y peligroso o en el acceso al coso en medio de un tropel de cuerpos caídos sin tiempo para escapar por la gatera, sintiendo como el asta me cercena la piel al tiempo que contemplo, sobre la testa poderosa de un morlaco, la marea multicolor lanzada hacia la plaza.
Sí, definitivamente, ahí me voy a quedar. Aunque ahora, mientras observo mohíno y febril como los mozos cantan por tercera vez al santo, sólo puedo fantasear, y rezar, y esperar que la cicatriz de este tonto accidente que me apartó de las fiestas de este año tenga todas las trazas del costurón de una buena cornada.
 

LA CITA

Sagrario Loinaz Huarte

6 de julio 11:47 am.
Un año más y fiel a nuestra cita, como aguja que remienda el roto y vuelve y vuelve a pasar por el mismo agujero, te beso y te miro con cierta melancolía. Sigues igual, como el primer día. De fondo se escucha el jolgorio previo al chupinazo. El corazón me late deprisa y tengo un nudo en el estómago.
Evitas romper el silencio y con una espina en el corazón visualizo momentos, noches de vigilia y sensaciones que hemos vivido juntos y ésos secretos que hemos compartido y a nadie le has contado.
Han sido muchos años, demasiados sanfermines y estoy amarrada a ti por las cadenas del pasado y Tú lo sabes.
Necesito de ti, pero sumergida en un túnel de tristeza tengo que aceptar la realidad. Nos despedimos de nuevo, pero no es un punto y aparte, es un punto y seguido en la distancia que nos separa, es un “Hasta el año que viene” aquí o allí.
Ha sonado el chupinazo, apago la televisión, te miro de nuevo y brindo por ti San Fermín.
Con nostalgia acaricio tu imagen y cierro la vitrina.