X Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


SAN FERMÍN. 9 DE JULIO DE 2078

Mila Azkona López De Goikoetxea

Otro día, un año más, el sol me pilla de noche en blanco, de fiesta de blanco y rojo. Y aquí con el nuevo sol de este nuevo día, mientras espero a que den las ocho, pienso que a lo largo de mi vida he perdido la cabeza muchas veces por diversos motivos, en una de ellas literalmente, que a menudo también el rumbo, pero que inexorablemente año tras año desando el camino y regreso.

Reconozco que estoy enganchado al Sanfermín gastronómico, al del buen humor de la peña y al de la genuina alegría de las peñas, al de la música “non-stop”, al de los amigos fortuitos de las noches para toda la vida, al Sanfermín de la gente cordial y acogedora, al bullicioso Sanfermín de día, al de noches enteras y mañanas gloriosas de adrenalina.

No lo puedo evitar. Cada año me digo que será el último, que ya estoy viejo para estos trotes, pero a medida que se acerca el 6 de Julio, algo me bulle por dentro y retorno a la tierra de mis ancestros. Intento no perderme ni un acto. Es agotador, lo sé, aunque lo más agotador es lo de los «capoticos». En el encierro no doy abasto.
 

EL SUEÑO DE SU VIDA

Tarsicio Molle González

Hacía un par de años que vivía en la península y su sueño personal era participar en los Sanfermines en Pamplona, al menos una vez en la vida. Correr delante de los toros, de rojo y blanco. Así fue cómo apareció en el primer encierro, listo para el desafío. Y además, esperándolos en la curva de la Estafeta, para más inri. Aunque esta decisión fue secreta porque de haberla comentado con los corredores cercanos, le hubieran dicho que era un loco suicida. No debió esperar mucho desde el estruendo de los cohetes hasta que apareció el primer cabestro, porque fue uno de los dos primeros toros negros el que le propinó el golpe y otro quien le clavó el asta, rasgándole el estómago. Demasiado desprotegido, fue un blanco perfecto. Sin embargo, nada ni nadie le quitó la sonrisa del rostro cuando los enfermeros lo colocaron sobre la camilla entre un mar de sangre y gritos de la gente. Él recordó antes de su último suspiro, aquella fatídica pregunta que le hizo al médico un mes atrás en el consultorio:
-Entonces, ¿cuánto tiempo piensa usted que me puede quedar de vida?
Y la rotunda respuesta del facultativo:
-Aproximadamente unos seis meses.
 

EL SIGUIENTE POR FAVOR.

Ignacio Navarro Otano

El funcionario levanta la vista del impreso y mira sorprendido a la anciana.
-¿Está usted segura? Le corresponden nueve días en verano y con su historial, puede optar a cantante, actriz, modelo…y en cualquier parte del mundo. Piénselo bien.
– Gracias “michico” pero no. Estaré todos los días rodeada por cientos de personas que uniformadas y alegres me esperarán y acompañarán llenas de ilusión mientras paseo y bailo por las calles que me traen tantos recuerdos. Veré a mis nietas que acuden todos los días a la cita y al terminar, me iré con el recuerdo de miles de risas, besos, aplausos, canciones, alguna carita de susto y mi corazón lleno de felicidad por todo lo vivido. No me imagino ningún destino mejor.
– ¿Y tiene alguna preferencia?
– Cualquiera de los ocho me va bien; no sabría elegir.
– De acuerdo, lo tramito y en breve recibirá noticias, pero creo que puede contar con ello.
La anciana sonríe, da las gracias y se aleja tarareando La Polonesa.
El ángel estampa un sello y lee en voz alta:
Reencarnación en Gigante de la Comparsa de Pamplona del 6 al 14 de julio.
Mira el calendario que marca junio y exclama:
– ¡Ya falta menos!