X Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


CALENDARIO

Sagrario Zabaleta Echarte

Noche del 6 de junio…
-¿Abuela lees el cuento del Calendario?, repetía la nieta sentada en la cama.
-¿No quieres otro? Desde hace un mes escuchas el mismo, contestó.
-¡Me gusta mucho! Como siempre, empiezo yo: ¡con el 6!, pronunció con voz de ‘speaker’ infantil como si enumerara una alineación.
-El plato de huevos fritos, jamón y tomate, respondió con melodía suave que hipnotizaba.
-¡Con el 7!
-La jota a San Fermín en la plaza del Consejo.
-¡Con el 8!
-El cántico al santo antes de que toros y mozos ‘vuelen’ por la cuesta de Santo Domingo.
-¡Con el 9!
-La merienda en el tendido de sol.
-¡Con el 10!
-El Día del Niño y la Niña.
-¡Con el 11!, enunció batallando contra sus párpados.
-El aniversario de tus abuelos que se conocieron en Sanfermines hace 45 años.
-¡Con el 12!, continuó con las manos unidas y colocadas entre la almohada y la mejilla izquierda.
-Tu cumpleaños, con carreras para esquivar vergas de kilikis y zaldikos entre gigantes.
-¡Con el 13!, dijo con los ojos cerrados.
-Baile en la plaza del Castillo.
-¡Y con el…!, vocalizó sin terminar.
-Siempre te duermes en el 14: ¿será porque madrugas para ir al cole? ¡Pobre de ti!
 

ERA YO

Miguel ángel Moreno Cañizares

Píntate los labios y las uñas de rojo fuego, como te gusta. Ponte tus mejores deportivas. Peina tu cabello con mimo, cómete el mundo ahí fuera, todo eso me dije al rayar el alba. Algo extraordinario pasó ayer en Pamplona, en las calles de Pamplona. Algo que me aventuro a contar, aun a riesgo de un confinamiento al territorio insondable de la locura.
Y así ocurre que me veo aguardando impaciente. Lo juro, era yo, con mi melena recogida en coleta, el rostro refrescado y un atuendo completamente blanco, inconfundible, que la abuela arregló para mí con sus manos diestras. Y el pañuelo rojo, por supuesto.
Era yo quien salía en estampida desde el chupinazo por Santo Domingo, eludiendo personas, la cabeza erguida, siempre veinte pasos delante. Era yo corriendo por Mercaderes, girando con energía incontenible hacia Estafeta, con la adrenalina a tope, volando como alma que lleva el diablo. Era yo la que jadeaba, desbocada, en el tramo de Telefónica, hacia la plaza, a la vez que ese asta de Miura que llevaba prendido del sobaquillo recorría conmigo no menos de cincuenta metros, sin acordarme de la silla de ruedas.
Era yo quien soportaba la montonera del callejón. Era yo, ¿o quizá no?
 

UN MOTIVO RAZONABLE

Ernesto Julio Rogines

Fernanda finalmente me dijo que había optado por Fabián….que sería mejor no vernos más….que lo sentía mucho.
Cuando me dijo todo aquello con esa despiadada frialdad que ninguna mujer ignora, mi vida dejó de tener sentido.
Un navajazo de eficacia quirúrgica rasgó mi corazón y me dejó vacío. Diseñé lúcidamente mi corto futuro. Me dije: -» Esta noche lloraré hasta el alba y mañana me mato…no…no…mañana es San Fermín…pasado mañana me mato.