X Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


EL MEJOR DÍA DE MI VIDA

Jaime Martín Martinez

Tengo que decir que ha sido el mejor día de mi vida y lo será por siempre.
He empezado a la mañanica con una señora en Santo Domingo ayudándonos mutuamente a ver el encierro entre el gentío. ¡Qué valientes los mozos delante de los toros! ¡Increíble ese silencio que se respira en el ambiente! Tras un buen desayuno he bajado a las barracas con los niños. ¡Qué impresión montarse en el canguro!, pero que agradable ese aire que sientes en tus patillas. Luego a los gigantes, ¡qué bailes hacen! y ¡qué bonito! Después de descansar en el suelo un rato, me ha tocado cambio de terció y me han acogido en una cuadrilla que iba con una peña. Comida y a los toros en sol. ¡Qué felicidad! y ¡qué jolgorio! Unos potes más tarde hemos visto los fuegos artificiales desde un banco de la plaza San Francisco. ¡Maravillosos los que se aprecian desde esa ubicación! Ahí me he quedado, sin poder seguir con el ambiente nocturno…
Una escoba me ha reunido con vasos, botellas, suciedad, incluso había alguna gafa de sol como yo. Y de ahí al contenedor…
Sí, con la trituradora acaba mi vida, pero, este día, este día no lo olvidaré jamás. 

UNA PROMESA CUMPLIDA

Iván Parro Fernández

Prometió al santo que si todo iba bien regresaría. De eso hace ya cinco años. Y mírale, ahí está, cantando a voz en grito con los otros corredores: “A San Fermín pedimos, nos guíe en el encierro, dándonos su bendición”. ¡Qué mal lo hemos pasado! ¡Cuánto dolor y sufrimiento! Pero menos mal que ya está bien. Todo superado con valor y éxito. El maldito cáncer totalmente vencido y cumpliendo por fin su gran sueño: vestirse de blanco, pañuelo rojo al cuello y participar en los encierros. Yo tengo mucho miedo pero le veo tan feliz ahora… No, no me importa que corra delante de los toros. Me preocupan más los otros. Es un momento mágico, especial. Él lo vive, lo siente, lo disfruta como todos, aunque sea ciego. Y este año sí que lo logra. Es el primer corredor invidente al que permiten participar en los encierros. Un honor, un orgullo y un ejemplo para otros. Yo, alegre como no lo he estado nunca, me uno en la distancia a todos ellos ante el santo y también le canto: “A San Fermín agradezco, nos acompañe en todo momento, dándonos su bendición”. ¡Promesa cumplida! ¡Viva la vida! ¡Viva la fiesta! ¡Gora San Fermin!  

COMPLICIDAD

Mª Luisa Caballero Ruiz

Allí estábamos los tres papá mamá y yo, como otros años pero con alguna diferencia, los nervios a flor de piel, yo no podía con mi emoción. Comenzó la canción a San Fermin, unas lagrimas corrían por mis mejillas sin poder contenerlas, todos cantaban eufóricos, vi como mis padre lloraban cruzándose una mirada de complicidad, sentían mi felicidad.
Sonó el Chupinazo, mi padre se preparo para correr delante de los toros con voz fuerte dijo ¡Por ti mi chico!, y salio tan rápido que le vi a lo lejos, mamá gritaba como una loca _ ¡corre correee! ¡No mires atrás! se comía las uñas siempre que estaba nerviosa. Yo era tan feliz y mi sensación era tan fuerte que llegaba a pensar que me levantaba de la silla y corría y corría desenfrenada mente como aquel ultimo día, creo que eramos los tres como un solo cuerpo.
Pasaron los toros casi los podía tocar, recordaba como ese animal tan bello se acerco tanto a mí aquel día, sentí un escalofrió en todo mi cuerpo, mí padre estaba de regreso había cumplido su sueño y el mío felizmente.