VIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


RUIDO DE FIESTA

Julen Urizar Compains

Miro mi armario… Otra vez a sacar «la equipación». ¡Hasta el moño estoy ya de hacer esto todos los años! ¡Encima siempre me toca a mí!

Bajo la caja, llena de pañuelicos, fajas, pantalones blancos… Y mientras tanto, ese olor. Ese olor a verano, San Fermín, olor a churros, gentío y a tela marinera… ¡O torera!

Abro la caja. El pantalón de Javi, destrozado: Un torillo le cogió del tiro y lo lanzó como una catapulta. ¡Qué susto nos llevamos!

Saco los pañuelos… Tan limpios, impolutos, con el sanferminico moreno de hilos dorados mirándome… Oigo cómo se desliza por mis manos, igual que cuando suena el chupinazo: Shhhh…

Me entra un escalofrío.

Despliego nerviosamente todas las fajas, polos, camisas, camisetas, pantalones, pantalonetas, zapatillas, alpargatas, y alguna que otra boina… Y con ellas, los ecos de la fiesta: Fuegos artificiales, gigantes, vergazos de cabezudos, gotas de vino, ligoteos en peñas, partido de pelota y quemazos de cigarro. «¿qué me falta?» Les pregunto. Las ropas me responden: «Un mes y seis días.»

Un mes y seis días para que los ecos de la fiesta dejen de ser ecos y sean ruido de fiesta. 

CIERRO LOS OJOS

Eugenio Hernández Sanchiz

Las explosiones de los cohetes, pasaban desapercibidos para Mikel. Su corazón latía tan rápido y fuerte, que no le permitían escuchar la música que hoy acompañaban los fuegos. Los colores más brillantes que nunca desaparecían más rápido a su entender.
El bocata apretado y sudoroso bajo la presión de sus manos, hacían que aún estuviera más nervioso.
Un cohete estalló cayendo en forma de corazón….¡era una señal!…estaba seguro.
Cogió la mano de Nerea acercándose un poco. Ella no retiró la mano y sonriendo, se acurruco en su regazo. Él se inclinó y beso sus labios.
Mikel con los ojos cerrados sonrió durante un instante… al abrirlos vio a Nerea con Iris entre sus brazos, miró al cielo estrellado y de nuevo un cohete iluminó la noche, un corazón cayendo del cielo. Se acercó a ellas y las besó…sus manos seguían sudando como hacía seis años. 

UNO MÁS EN SAN FERMÍN

ángel De La Rosa Velasco

Cierro los ojos y busco en mi memoria…veréis, os voy a contar algo. Desde pequeño tengo el recuerdo de las calurosas mañanas de julio, en un lugar de La Mancha, ya finalizado el colegio, en las que venciendo la pereza, de un salto me levantaba nada más oír el despertador. Aquella ceremonia que contemplaba por televisión, esa multitudinaria concentración de personas, camisetas blancas y pañuelos rojos atados al cuello, periódicos al aire surgiendo repentinamente tras los cánticos a San Fermín, todo suponía el preludio a unos minutos de emociones y sensaciones que no podría describir. Año tras año, a cientos de kilómetros de distancia, sin la oportunidad aún por cumplir mi deseo de visitar la ciudad durante las Fiestas, he ido aprendiendo el significado de las mismas, lo que para mi es San Fermín. Toros y cultura, la literatura que Hemingway me ha regalado acerca de Pamplona y su Fiesta, el encuentro con la ciudad y sus tradiciones, su gente, todo ello ahora empapa en mi al igual que sus calles mojadas llenas de historia. Yo me siento partícipe por completo, formo parte de todo. Creedme, soy uno más en San Fermín.