VI Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


A SAN FERMÍN PEDIMOS…

David Gallardo Salvador

Son cerca de las 8 de la mañana. Poco a poco la gente va cogiendo los que están encima. Por fin llega mi turno. Me recoge un joven ataviado con ropa blanca y un pañuelo rojo en el cuello. ¡Oh no! En vez de leerme, me empieza a doblar. ¿Pero qué está haciendo? ¡Que sólo sirvo para leer! Estoy enrollado, pero aun así, puedo ver lo que pasa a mi alrededor. Nos dirigimos hacia la muchedumbre. De repente empieza a cantar. ¡Qué mareo! ¿Por qué no puede cantar sin moverme? Después de repetirlo 3 veces, por fin deja de cantar. Suena una pequeña explosión, se abren las compuertas y salen unos morlacos enfurecidos. ¿Pero dónde me he metido? ¡Hoy voy a morir! Cada vez se acercan más, pero el mozo que me sujeta ni se inmuta. De pronto empieza a correr. Se pone delante del toro. ¡Oh no! Me va zarandeando, rozando cada vez el cuerno con mis hojas. ¡Me mareo! Cuando estoy a punto de vomitar, el mozo se cae, y me desparramo. Varias de mis hojas salen volando, las pisan, las rompen.
¿Será éste mi final?

POBRE DE MÍ

Pablo Antonio Rangel Díaz

Este será mi último san Fermín, según dijo el médico que me diagnosticó la cirrosis hepática que tantos dolores físicos me causa, “el trago lo mató” decía mientras yo pensaba en los dolores del alma me había curado el alcohol.
Tengo setenta y dos años y he participado en todos los sanfermines desde que pude beber mi primer calimotxo, a los doce años tal vez y desde entonces he bebido por sed, por lujuria y en los últimos veinte años por necesidad. Lo hago todos los días desde la mañanita cuando el sol navarro me alumbra.
He decidido morir hoy; no cuando el hígado lo decida. Camino hacia la calle estafeta y desde este callejón que me conoce, me lanzaré a la estampida de la manada de bravos y cabestros. Vienen los toros, oiga la algazara del gentío embriagado y también escucho el tras, tras, tras de los cascos ¡es el momento! Salto y siento el tibio calor del suelo en mi cara y como devolviendo la cinta de una videocasetera me veo otra vez sentado a la orilla de la calle. La gente grita ¡ese hombre es un héroe, le ha salvado la vida al indigente! Escucho aplausos. No entiendo nada

DIÁLOGO POR SAN FERMÍN EN LA ESCUELA

José María Castaño Hervás

– “Y ahora escriban un relato pequeño sobre San Fermín. El mejor lo enviaremos a concurso”.
-“Río de negra bravura que corre hacia una plaza que espera despierta con cánticos madrugadores. ¿Le gusta?”
-“Le dije que las bases hablan de un microrrelato, en torno a las 250 palabras”.
-“Será la modernidad pero me expreso mejor en twitter”.
-“No llegará a nada con esto tan escueto se lo aseguro”…
-“En realidad es de mi padre y lo sacó en la calle Estafeta delante de un Juanpedro de no muy nobles intenciones pañuelo rojo al cuello”.
– “Las reglas son las reglas y están para cumplirlas”.
– “Claro, desde el balcón de Telefónica se dice muy pronto”.
– “No sea impertinente. Lo siento son las bases”.
– “Al menos déjeme enviarlo, seguro que le llega a más gente. Incluso me cabe “Viva San Fermín”…
(enviando)