Segundo y tercer clasificado de la VI edición


2º clasificado: ‘‘A 7 horas’’ de Xabier Luna Berango.

“Pamplona 48 km”, la señal oxidada se alejó estática por la ventana trasera. El autobús zigzagueaba entre montañas con los pasajeros dormidos a pesar del asfalto en mal estado. Uno de ellos miraba el reloj, en hora y media sería el chupinazo, confiaba llegar a tiempo. De la mochila sacó un pañuelo rojo, pegado a su nariz, respiró los recuerdos. A su derecha, una joven estadounidense con la que viajaba hacía meses. Ella había accedido a acompañarle hasta ese sitio, el 6 de Julio y a esa hora en concreto.

Ya en la estación, el chico corrió con la mochila bamboleando en su espalda. Resoplaba entre las calles de la ciudad con el pañuelo abrazado en su mano. Jadeando llegaba al centro de la plaza. Quince segundos, alzó los brazos con el pañuelo mirando al ayuntamiento, cerró los ojos y sintió el estallido en el cielo, dentro de él sonaban las charangas.

Ella, desde una esquina observaba a su amigo, solo, en el centro de una plaza a oscuras, anudándose el pañuelo al cuello en un rito silencioso. Eran las cinco de la madrugada, sintió que el esfuerzo tenía sentido.

Siete horas más allá en el Atlántico, en la otra Pamplona, estalló la fiesta.

 

3º clasificado: “Festa-potoa” de Iñaki Irisarri Pellejero

Ezin sinetsita, inguruan nuen giro zuri-gorriari begira gelditu nintzen. Hau zen munduko festarik zoragarriena? Hobe etxean katua ferekatzen gelditu izan banintz! Hain zen aspergarria hura…

Lotsagorritu ere egin nintzen munduko bazter urrunetatik etorritako jendea gogoan; milaka kilometro egin beharra eta horrelako leku hits eta goibel bat aurkitzea ere!

Nire begi harrituek hilak ziruditen begiradak aurkitzen zituzten aurrez aurre. Nor ziren pertsona haiek? Zer egiten zuten han? Itogarria zen giroa, munduan zehar barreiatutako topiko guztiak eta bost gehiago aurkitzen nituen noranahi begiratuta ere.

Nire gogoetari emana ibiltzen hasi, eta, halako batean, santuaren irudia aurkitu nuen bekoz beko. Ez zen negarrez ari? Eta urrunetik heldu zen deiadar itoa ez zen arestian ondoan izan nuen Hemingwayk berak egindako oihu lazgarri bat?

Karrikara atera eta bezperaren bezperako giro bizia arnastu nuen. Gero eta biziagoa, beharrik, Sanferminen Museotik urrundu ahala.

 

Fiesta enlatada

Incrédulo, me quede mirando la atmósfera blanca y roja que me rodeaba. ¿Esta era la mejor fiesta del mundo? ¡Mejor si me hubiese quedado en casa acariciando al gato! Esto sí que era aburrido…

Incluso me avergoncé al pensar en toda esa gente venida de los rincones más lejanos del mundo; ¡hacer miles de kilómetros para encontrarse con semejante sitio lúgubre y triste!

Mis ojos sorprendidos se topaban de frente con unas miradas que parecían muertas. ¿Quiénes eran esas personas? ¿Qué hacían allí? El ambiente era asfixiante, mirara donde mirara me encontraba con todos y cada uno de los tópicos difundidos a lo largo y ancho del mundo.

Había empezado a dejarme llevar por mis pensamientos cuando, de repente, me encontré cara a cara con la imagen del santo. ¿No estaba pues llorando? Y esa llamada ahogada que venía de lejos ¿no era un lamento atroz del propio Hemingway, a quien había tenido momentos antes a mi lado?

Salí a la calle y respiré el vivo ambiente de la antevíspera. Cada vez más vivo, afortunadamente, según me alejaba del museo de los Sanfermines.