Sanferbabies. 1


Los bebés y peques de cero a cuatro años también disfrutan de los Sanfermines y al igual que todos los asistentes, pueden vivir durante las fiestas experiencias, sensaciones y descubrimientos únicos. Así:

– Pueden tener la oportunidad de montarse por primera vez sobre un animal cuadrúpedo: bien sobre los caballos de los alguaciles, bien sobre las mulillas, bien sobre los ponis de las barracas, bien sobre el toro disecado que ponen en la entrada del Hotel Maisonnave, bien sobre algunos de los animales del circo o de la feria de ganado o bien, lo que suele resultar más común, sobre la espalda de sus padres cuando regresan a casa el día 6.

– Pueden saborear y sacarle gustillo a las alpargatas, a los extremos del pañuelo, a los hilos de la faja y al pitorrillo de la boina.

– Pueden ponerse morados de pintxos y fritos variados a la hora del vermouth, ponerse de comer potitos recalentados fuera de casa a punta pala, probar por primera vez los ricos churros y descubrir emocionados que hay chucherias distintas a las que toman habitualmente los fines de semana como los bastones gigantes llenos de caramelos, los algodones rosados azucarados o las pegajosas manzanas caramelizadas.

– Pueden observar los distintos estados en que puede encontrarse un globo de su personaje de animación favorito: pueden verlo volar por el cielo, verlo moverse trompiconadamente por el aire junto al resto de sus compañeros delante de unas gorras blanquiazules, verlo como un accesorio más de su silleta o capazo, verlo como un apéndice de su propio cuerpo si se lo atan a su muñeca o verlo deshincharse poco a poco en los techos de su cuarto conforme van pasando los días desde su compra.

– Pueden lucir orgullosos sus primeros tatuajes, generalmente en los brazos, con su nombre y nueve cifras.

– Pueden conocer a lo largo de las fiestas a míticos personajes que les produzcan una gracia inversamente proporcional a la que termina provocando en sus progenitores, como el títere Gorgorito, la bruja del tren chuchú  o los pollitos de distintos colores.

– Pueden sorprenderse por encontrar todas las calles repletas de vómitos y no haber visto a ningún niño devolver.

– Pueden descubrir a los miembros de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos y no llegar a comprender el empeño que ponen sus padres para quedar con ellos durante la despedida del día 14 y dejarles sus chupetes; y pueden, en la mayoría de los casos a partir de conocerlos, desarrollar y escenificar un brutal instinto de supervivencia si en cualquier momento los vuelven a ver o escuchan aproximarse los txistus que los acompañan.

– Pueden preguntarse por qué toda la gente, pequeños y mayores, en plenas vacaciones de verano, llevan el mismo uniforme sin ir al mismo cole y por qué hay algunos que llevan bata en forma de blusa y otros no.

– Pueden estresarse mogollón con el ajetreo que provocan los que estén a su alrededor el día 6 al mediodía y el resto de mañanas en torno a las ocho.

– Pueden comprobar el nivel de pericia en la conducción que demuestran los porteadores de su silleta o capazo abriéndose paso en los distintos actos y calles.

– Pueden disfrutar  de una visión privilegiada de las fiestas desde los sufridos hombros de sus mayores.

– Pueden no llegar a entender jamás por qué los mayores tienen tanto interés varias veces al día por ponerse los dedos en su frente simulando ser cuernos de toro, mirarlos y amagar con pillarlos. El tema es especialmente preocupante si son su padre o su madre quienes más lo hacen…….

– Pueden ponerse hechos un cristo intentando hacer burbujas de jabón.

– Pueden estrenar cadenitas, pulseras u otras piezas de joyería con motivos sanfermineros.

– Pueden hacer que sus manos se conviertan en magníficas orejeras a la hora de los fuegos artificiales.

En fin, pueden hacer tantas cosas……en las barracas…….en Conde Rodezno…acompañando a la Comparsa…..en la ofrenda floral al Santo…. Y poco más.

De los cinco a los catorce años, ya será distinto.


Una idea sobre “Sanferbabies.

  • sanferman

    Y lo mejor: pueden echarse unas estupendas koskadicas sin tener que salir del meollo de las fiestas, perfectamente recostados y mecidos por la silleta.

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