¿El retorno del Ligre?


Reconozco que hace años que no piso el circo en San Fermín. No es ningún boicot meditado, simplemente me deprime. Sé que si llevara a los críos, lo pasarían bien. Sus ojos se abrirían como platos al aparecer un león por el túnel de las fieras y seguro se reirían con las caídas de unos payasos algo descoloridos. Hasta tengo una foto a lomos de un elefante. Mi madre, tras abonar una cuantía astronómica de pesetas, me permitió encaramarme a esa piel rugosa y polvorienta y tengo una imagen de aquellas polaroid que había que agitar para que la imagen fuera apareciendo lentamente como un espectro.

Sin embargo, ahora los circos me provocan una mezcla de ternura, compasión y tristeza. Siento respeto por las personas que se ganan la vida con ese más difícil todavía que es llegar a final de mes haciendo volteretas o intentando hacer reír en tres funciones diarias. Pero la sensación de que la alegría bajo la carpa es de cartón piedra no me la quito de encima. No soy ningún talibán del movimiento PETA, pero creo que el trato que se da a los animales no es el mejor ejemplo. Ello a pesar de que seguramente la domesticación ha provocado en ellos una imposibilidad de vida en libertad, como ha pasado históricamente con nuestros actuales perros o caballos.

Pero hay meditaciones que te hacen pensar…

elefante

En estas cavilaciones estaba cuando me encuentro con ocurrencias, casi siempre de un arácnido concejal, de cambiar el nombre a las fiestas, de repensar los ciervos en la Taconera -quizá el ínclito concejal ha decidido emular las monadas del mítico Charly- y de cuestionar cualquier nomenclatura que aluda al santoral. Fue entonces cuando me acordé del Ligre. Un engendro, mitad león mitad tigre, que se anunciaba como gran atracción hace varios años en el Circo que visitaba las fiestas.

ligre

Que si Semana Grande, que si desfile del día grande y no procesión y otras boludeces. Al final celebraremos las Fiestas en honor a Baco y sacaremos en paso procesional una alegoría energética del solsticio de verano. En fin, ya lo dijo Chesterton «El problema del hombre que no cree en Dios, no es que no crea en nada, es que es capaz de creerse cualquier cosa»

Lo dicho, quizá vuelva el Ligre.