IX Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


MIS SANFERMINES, UN SUEÑO HECHO REALIDAD

María Luz Nogués Bellido

Mis sanfermines, un sueño hecho realidad

Mi primer contacto con los sanfermines fue la tarde del 10 de julio del año pasado.
Pamplona irradiaba alegría, tanto por el bullicio de sus gentes, como por el blanco atuendo indumentario de los viandantes.
Haciendo el recorrido que los corredores y los toros harían por la mañana, subí por la Cuesta de Santo Domingo, con su hornacina del santo, admiré la plaza del Ayuntamiento, tomé la curva de Mercaderes, y recorrí la calle Estafeta, llegando a la plaza de toros.
Al día siguiente amanecía desde la cuesta de Santo Domingo, los toros de Jandilla estaban tranquilos en sus corrales, los carpinteros montaban el vallado, la policía despejaba el recorrido. Se acercaba la hora; en un balcón, un grupo de niñas canta una jotita a San Fermín. Los mozos en Estafeta estiran músculos, serios, periódico en ristre. Los balcones lucen engalanados de espectadores ataviados de blanco y pañuelo rojo. Todo listo para el encierro.
Suena el tercer aviso, el corazón vibra. Los primeros corredores aparecen, tiembla el suelo, la manada surge compacta jalonada por los mozos, y desaparece al instante. No hay heridos graves. Todo ha pasado en dos minutos, emocionantes, imposibles de olvidar. Volveré. ¡Viva San Fermín!
 

SANFERMINES SON PERSONAS

Leyre Palomino Miner

Un diez de julio de hace algunos años decidí hacer caso a las recomendaciones. Cogí mi ropa blanca y me planté un pañuelo rojo al cuello.
Allí estaba yo, sola entre la multitud. Me dediqué a observar, siendo incapaz de disimular la emoción que me provocaba la situación. Había personas de todas las edades, de todas las nacionalidades. Señoras mayores se cruzaban con niños juguetones, mientras dos metros más allá un grupo de jóvenes se “entonaban” para disfrutar las fiestas. Eso fue lo que más me gustó de los sanfermines. No parecía importar quién fueras ni de dónde vinieras, cuál fuese tu forma de entender las fiestas ni si lo hicieras con familia, amigos o contigo mismo. Yo estaba sola, pero en ningún momento lo sentí así. Poco tardé en sentir que el ambiente sanferminero formaba parte de mí y, antes de darme cuenta, estaba hablando con unos y con otros, tomando unos zuritos con un grupo de pamplonicas y practicando mi inglés con dos alemanes que buscaban la calle Estafeta. En definitiva, Pamplona y su gente me hicieron sentir una más. Cuando alguien me pregunta qué son para mí los Sanfermines, yo siempre contesto: “Personas, Sanfermines son personas”.
 

EL ALMUERZICO

Javier Escudero Pascual

Después de meses de espera, de cuadrar agendas, de “empaquetar “ a los niños, de mensajes de whatsApp, de reservas realizadas con inseguridad, llega el mejor momento del año: las 9 de la mañana del 6 de julio.
Me gusta llegar de los primeros y así palpar con alegría la llegada sonriente de cada miembro de la cuadrilla. Últimamente no nos vemos tanto. Los casi 40 han llegado volando y las prioridades y obligaciones nos desbordan en muchos momentos. Pero el 6 de julio es sagrado. Volver a juntarnos, volver a los 20, ver y valorar como crece la cuadrilla, volver a reír, a compartir, a disfrutar.
No importa el menú y cada vez menos la ubicación, antes en sitios más céntricos, y ahora algo más alejado del bullicio. Tienes el corazón a mil, cuentas los minutos para el chupinazo, que todavía no sabes dónde verás, da igual la plaza de los Fueros que el paseo Sarasate, o quizás si da tiempo hasta Carlos III.
El almuerzo del 6 de julio es algo que disfrutas y exprimes al máximo y a la vez ya lo estás recordando, queriendo y añorando mientras lo vives.
Quedan 204 horas de fiesta.