IX Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


EL LIBRO

Rosa Rubio Sánchez

Noelia llegó a la cafetería quince minutos antes de la hora de la cita. Se sentó en una mesa que había en una esquina y pidió una manzanilla al camarero. Sacó su libro «Fiesta» de Ernest Hemingway y lo abrió. Mientras bebía de la manzanilla, tenía su libro abierto; pero no leía, los nervios no la dejaban. Era normal, tenía una cita a ciegas en una cafetería de Pamplona el 5 de julio, día antes del Chupinazo. Ella llevaría el libro «Fiesta», el favorito de su abuelo Fermín, corredor durante décadas hasta que la salud se lo permitió. Y Javier, su cita a ciegas, también llevaría otro ejemplar de dicha novela, ya que, como buen pamplonés, corría cada año.
Pasados los quince minutos y llegada la hora exacta de la cita, Noelia se puso aún más nerviosa, puesto que Javier estaría a punto de aparecer con su libro en la mano. Ella miraba por encima del libro a ver si reconocía a Javier por su libro, pero no había ni rastro de uno ni de otro.
Entonces vio cómo el camarero que la había atendido antes se acercaba a su mesa. Se sentó frente a ella y sacó su ejemplar de Hemingway. 

CADA LEGADO

Juan Luis Amigot Semberoiz

Justo fue ese momento, ese momento en el cual sus dedos comenzaron atar su pañuelo en el cuello, recordó su herencia. Su padre impregnó todos sus sentimientos que año tras año le había inculcado sin importar la edad del ser humano del entorno. Momentos exaltados por las emociones, de estar presente para recordarlo y transmitir a las demás generaciones unas fiestas siempre irrepetibles cuyos momentos son únicos y el mañana desparece.
Abrió sus ojos llorosos, vio la multitud, la felicidad emanando del entorno y sin darse cuenta el mismo comenzó a escribir su legado.
 

EL 17

Iñaki Azcárate Diez

Y, de repente, todo se apaga. Las luces, los colores, el estruendo, los gritos de aquellos que lo rodean… Y el dolor, punzante, agudo, sordo… Y también el dolor cesa. Y, al volver todo a encenderse, una voz. “¿Cómo estás? Al principio es extraño, pero te irás acostumbrando. Aquí tenemos nuestra propia fiesta. Y dura más de nueve días, te lo aseguro”. “¿Qué me ha pasado?” “Has caído, y todos te han pasado por encima, los mozos y los toros”. “Y, ¿cuánto tiempo he estado así?”. “Nada, acaba de suceder”. Le pitan los oídos, se siente aturdido. ¿Acaba de suceder? ¿Quién es este tipo? “No te sorprendas, siempre es así. Desde que yo llegué, eres el número 16, y no ha sido muy diferente…”. No puede ser, le está diciendo… el número 17. Y no quiere, oír, no quiere ver. Todo vuelve a apagarse, luces, colores, voces… Y vuelve el dolor. Y con el dolor vuelve el bullicio, los gritos de los que lo rodean, las camisetas de colores, el olor a orín, a alcohol… y los brazos de dos policías municipales que lo levantan. “¿Me ha pillado?”. “Si no te apartas, sí. La villavesa, que es día 15. Vete a dormirla…”