IX Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín


LA CARRERA

Xabier Sancho

Se susurró la palabra mágica en el oído preciso, y tras el estruendo, la atrancada compuerta por el desuso cedió aquella mañana del 7 julio en la que al fin, salí corriendo por las calles de aquella ciudad desconocida.
Vaya que si corrí, corrí como los mejores, determinado, astuto, sólo cabeza.
Corrí cómo corre el vino fresco por la garganta reseca, casi sin aliento del tenor improvisado, o como corre un niño, mitad alegría mitad pánico, cuando intuye tras de sí, verga en mano, mueca eterna, la sobrenatural presencia del kiliki.
Corrí con las ganas de llorar con las que corren los que sienten, corrí por existir, por que quiero vivir los Sanfermines, corrí por los gigantes, los cabezudos, corrí para besarme en los fuegos, corrí por los encierros, las verbenas, corrí por que me gusta esta ciudad, la faja, el pañuelo, ser uno más de ellos.
Sigo corriendo, por que ya veo la plaza, y un punto vulnerable en su estructura, acelero el ritmo, estoy cerca, soy el más fuerte, sprinto, salto, esquivo unos últimos contrincantes y entre abucheos me cuelo el primero en la plaza.
Victorioso y exhausto troto hasta el centro, me acurruco en el suelo y duermo.
Naceré en Abril.
 

«LA PRIMERA FOTO DEL DÍA»

Petri Del Castillo Manuyama

Seis de Julio, seis de la mañana, otro año más y siempre como el primero, nervios a flor de piel, nuevamente la ilusión se apodera de mí, cojo mis cosas y me voy, todo listo para este gran día, o eso creo yo.
Este año no volverá a pasar, dicen que siempre llego tarde, pero hoy daré la gran sorpresa. Todos se preparan, las calles se van tiñendo de blanco y rojo, bullicio, música, y alegría en cada zancada que doy. Aligero el paso y de repente… Paro en seco y me detengo, no está conmigo, mi compañero, mi amigo, que saca sonrisas, carcajadas y algunos lloros, no puede ser. ¡Hoy no!
Mientras tanto, caras a mí alrededor, padres con silletas, niños aúpa, unos me dicen:
– ¡Hola!
– ¡Venga, ya queda poco!
– Unos cantan mi canción y otros, simplemente me miran.
Noto como algunas miradas se cruzan y silenciosamente dicen entre ellos:
– ¡Es él, vamos, pídele una foto!
– No es él, le falta algo, dice el niño.
Me giro y digo:
– Venga, nos sacamos la primera foto del día.
– ¡Y la nuestra!, contestan.
Todos contentos con la foto, vuelvo a por mí Verga y corriendo a la comparsa. 

SELECCION NATURAL

Cristina Villanueva Heras

Todos tan iguales, pero cada uno con su esencia. Apiñados en aquél lugar, esperábamos con impaciencia a que diera la hora. Era el gran día. El día que íbamos a rozar el cielo.
La tensión se sentía en el ambiente con muchos nervios aguardábamos que diera la hora.
Yo intentaba ponerme de puntillas para sobresalir, dejarme ver. Aprovechaba para poder coger aire en esos últimos minutos de angustia e incertidumbre. Oía el sonido de la calle, sentía la emoción en el balcón. Un sentimiento de orgullo me recorría de arriba a abajo.
Ya está, ya se acerca, el afortunado lanzador del cohete, se está aproximando al balcón. Éste puede ser mi gran día. Me pongo de puntillas, cojo aire y cierro los ojos,
-Pamploneses, pamplonesas, ¡Viva San Fermin! ¡Viva!
– ¡Gora San Fermin! ¡Gora!
El cuerpo me ardía, mi mente humeaba alegría y miedo al mismo tiempo. Estaba muy asustado de ver tal cantidad de gente.
– Tsssss Pum.
En aquel momento salí disparado hacia el cielo y tuve el privilegio de contemplar la vista más hermosa que jamás había visto. Acompañado por una banda de confetis, música y gritos, cientos de personas me aplaudían.
Fui yo, el afortunado, el cohete seleccionado.
‘Felices fiestas!