Dieta hipercalórica 5


tocino

Dicen los que saben de esto que para mantener una dieta sana y saludable no deberíamos sobrepasar la ingesta de 2.000 calorías al día.

Incluso quien esté sumido en los primeros días de julio en plena «operación bikini» no deberían sobrepasar las 1.700.

Pues bien, creo poder afirmar que en sanfermines hay quien puede llegar a sobrepasar esas cifras. Hay gente que come y bebe mucho, y eso al final se traduce en calorías que luego hay que quemar como sea.

Vamos a calcular cuántas calorías se pueden acumular en nuestros cuerpos serranos un día cualquiera de fiestas. Entre paréntesis veremos las calorías que nos aporta cada alimento que degustamos.

Evidentemente, qué mejor que empezar el día antes de ver el encierro en directo en algún balcón con un buen chocolate hecho (340) con media docena de churros (540), que ya sabemos que tras comerte cuatro, acabas claudicando y te comes los dos últimos que quedan en el cucurucho.

Con el subidón calórico nos lanzamos a las calles a la búsqueda de los gigantes. Hay que fichar antes de ir a almorzar con los colegas. Eso sí, ya que compramos unas chuches, no nos resistimos y nos trincamos una bolsa de pipas (280) y dos cervezas (317), que hace calor aunque sean las diez de la mañana.

Y así llegamos a uno de los momentos mágicos del día: el almuerzo. Lógicamente, nos vemos fuertes y no nos planteamos nada que no sean un par de huevos fritos (216) con chistorra (260) y patatas fritas (368). Todo ello bien regado con medio litro de tintorro (357), café (32) copa (390) y puro (0). La copa de pacharán, se entiende.

Reconfortados, y con una sonrisa de oreja a oreja, volvemos a la rúa. La caló aprieta, pero aún estamos frescos. El poteo subsiguiente es una delicia. Sin atracones, sin prisas, alternando con unos y otros, vamos a poner que caen dos vermutes (120) y picamos unas aceitunas (38).

Y burla burlando, a correr, que habíamos quedado a comer con otra cuadrilla. Un día es un día, y nueve nueve. La casa por la ventana. Qué menos que unas alubias rojas (632) con tocino (180) y un señor chuletón (460) del que damos buena cuenta no perdonando ni los restos mer. Para pasar todo esto media barra de pan (187) se hace necesaria. y no salir a botella de vino (510) por barba sería de venidos a menos. La panzada culmina sin postre, ya que no nos cabe, y por eso optamos por un irlandés (460) y dos copichuelas de pacharán (780) que endulzan la sobremesa, la cual no puede durar mucho, ya que a las cinco hay que estar en la peña para el reagrupamiento pretaurino.

Allí nadie podrá librarnos de consumir otros dos copazos de rigor (780). Enfilamos hacia la plaza, en la que al poco de entrar, hidratarse es cuestión de vida o muerte. El calor cae a plomo, tanto desde el cielo raso como desde la piedra rusiente del tendido. Por no ir toro a toro, resumiremos diciendo que como cómputo global, nos habremos bebido ocho vasos de dudosa sangría (1.376), y nos habremos comido cuatro langostinos (52), unas magras con tomate (191) que no se las salta un gitano, un trozo de tarta de manzana (311), y cerraremos la merienda con el consabido café con baileys (64).

Orondos, por las justas cabemos por el portón del patio de caballos. Nos reincorporamos a la vida callejera, donde seguiremos el recorrido peñero echando una garimba  en cada parada, o sea tres (475). Y sin solución de continuidad, nos plantamos en la hora a la que el común de los mortales acostumbra a cenar. Nuestro pundonor nos impide negarnos, pero en un alarde de lucidez, decidimos cenar sólo una ensalada (180) y un postre, en este caso un arroz con leche (142). Dos vasitos de tinto con graciosa (300), qué menos, dignifican la cena, y abren paso a la degustación del primer gintonic (192) del día, y de la noche.

A este primero seguirán otros tres (576) antes de que entreguemos la cuchara. No obstante, en la vuelta a casa una última gatada pone la guinda al pastel, y sucumbimos ante ese local al que nunca entramos de normal. Creemos que nos sentará bien templar el estómago antes de pasar a planchar la oreja, y nos metemos entre pecho y espalda, sin mayor anestesia que otra chevecha (158), un señor kebab (1.000).

Total, que si lo recomendable es la ingesta de 2.000 calorías por día, tras esta, es cierto, maratoniana jornada festiva, nos hemos ido sin enterarnos a las 12.263 calorías.

Los datos se han obtenido de diferentes páginas web dedicadas al cálculo de las calorías que se deben consumir para adelgazar. Por eso quizás haya que ponerlos en entredicho, puesto que en este caso es evidente que nuestro único objetivo es engordar.

Eso sí, siempre hay margen para reducir semejante atracón de calorías, bebiendo por ejemplo licor de endrinas en lugar de pacharán.


5 ideas sobre “Dieta hipercalórica

Los comentarios están cerrados.