D.Gato


El feroz ataque del aperitivo caliente(II) 1

Iruña, 7 de julio
13:00 AM
C /San Nicolás.

Después de la procesión del morenico, todo el mundo salió raudo y veloz a la ingesta compulsiva de martinis y engrudo con forma de fritos. A esa hora del día, tan solo un sitio estaba más repleto que la calle San Nicolás. Un baño limpio en un rabal de Calcuta. Era la catarsis del aperitivo sanferminero.

En una misma calle convivían Gigantes , Kilkis, Zaldikos, carteristas, pamplonicas de punta en blanco, silletas, niños desbocados, gitanos con globos, manteros con collares, gaupaseros y un par de hermafroditas holandeses .Para reírse de Frank de la Jungla con la mamba negra. Esto era mucho peor.

No obstante, lo peor era alcanzar la barra de cualquier bar. Tras una trinchera de fritos de dudosa tonalidad se escondían los auténticos héroes del día: los camareros, que a diestro y siniestro, repartían con rapidez inusitada martinis, mostos, frito de gamba, jamón y queso y bola de pimiento.

Hasta que un misterioso personaje se acercó a la barra del bar de manera mágica. Un aura le hacía que los codazos, empujones y silletazos no le alcanzaran. De repente, con voz firme se dirigió al camarero:

-Un negroni, por favor. En vaso helado.

Un silenció se apoderó por un instante del local, aprovechando que la maldita “despacito” había acabado tras 9 minutos de tortura. El rostro del camarero, al alzar la vista, mutó al de un condenado a garrote vil. No podía ni tragar. Un sudor frío empezó a resbalar por su espalda. Lo había reconocido. Era Él. El Sensei Del Hielo.

Con un temblor de manos propio de la última etapa de Joe Cocker, empezó la operación. Por no tener, no tenía ni vaso de cristal, ni coctelera, ni los tres ingredientes debidamente enfriados, a saber: Martini rosso, Ginebra seca y Campari. En su justa medida. Tres tercios. Twist de naranja para decorar. La gente se percató del riesgo de la operación, a vida o muerte. La suerte estaba echada.

El camarero lo intentó pero su derrota estaba más anunciada que la ausencia de Enrique Ponce en la terna de la tarde. La gente empezó a salir despavorida del local. Tenían presente el ataque de las cervezas calientes del día anterior que causó innumerables víctimas.

Aun así, el camarero lo intento. Vaso de plástico con hielo aguado, Martini calentorro, ginebra floral y campari en exceso. Eso no se lo bebía ni una cabra en mitad del desierto del Gobi. Aun así, El Sensei del hielo, con la paciencia innata de su sabiduría, procedió a probarlo.

Ni se inmutó. Más tarde contaría el camarero que sus ojos se pusieron glaucos y que por un instante, parecía que flotaba sobre el serrín del suelo. Con el índice de su mano derecha, en silencio, desalojó a todos los que aún tenían los arrestos de estar en el local.

Cuando salió del bar el Sensei Del Hielo, la gente le hizo un pasillo humano en mitad de la calle, gigantes incluidos. Al minuto, el bar saltó por los aires.

Era el ataque del aperitivo caliente.

(Continuará)


El ataque de las cervezas calientes.Capítulo I 3

Iruña, 6 de julio
13:00 PM
Peña Anaitasuna.

Todo comenzó de manera imprevista. El gentío de la gente no hacía presagiar nada terrible. Todo era una fiesta. Completa.

Alguien dejo olvidada una cerveza a pleno sol, encima del muro colindante. Hay gente en la cárcel por menos motivos. Son los mismos que apadrinan un negro en Zambia, una foca en la Antártica y un nepalí sordomudo. Esta vez cometieron su último error, pobres hombres ignorantes.

Esa cerveza subía por momentos de temperatura. Cada minuto, un grado. Cinco minutos, cinco grados. Ya alcanzaba la temperatura corporal, y porqué no decirlo, era orina pura. Algo que no aguantaría ni un condenado a muerte en la silla eléctrica.

Fue entonces cuando el dueño de le cerveza, o vete tu a saber, la agarró con alegría, como si hubiera encontrado el santo grial.

Fue entonces cuando al probarla, motivado por el ambiente, la probó. Si amigos lectores, una cerveza que rozaba los 40º. Inconsciente. Al momento se dio cuenta de su grave error. Empezó a convulsionar de una manera estrepitosa, cayendo al suelo y haciendo la peonza humaba, gira que te gira, ante la muchedumbre que sorprendida, ebria, no supo actuar.

Lo más espectacular fue ver como pasaba a una tonalidad morada y más tarde a un azul pitufo. Los ojos le estallaron y salieron de sus órbitas. Visto y no visto, falleció de manera atroz.

La plebe comenzó a correr sin dirección, gritando y corriendo como pollos sin cabeza. Avalanchas de borrachos chocaban unos con otros, entorpeciéndose. Casi resultaba cómico.

Si no fuera porque más gente volvía a sufrir en sus entrañas los mismos síntomas.

Eran víctimas del ataque de las cervezas calientes.
(Continuará)


Historia de un secuestro. (VIII).La reunión final.

Sipnosis: Chapete, el Huracán de Bacalar, está secuestrado. Su futuro Suegro, Chapote Clim, mafioso mexicano y padre de su prometida Carlota, ha pagado ya el rescate al Famoso Pimienta. Qué pasará y cómo terminara esta truculenta historia, en las siguientes líneas.

10 de Julio 17:00 PM
32º a la sombra.
Patio de caballos de la Plaza de Toros.
Jaleo

El hormigueo propio de las grandes tardes de toros impregna el ambiente. De repente, los decibelios aumentan por doquier. Un tumulto entra por la puerta. Dentro del enjambre de fotógrafos, hace acto de presencia Chapete, El Huracán de Bacalar. Visiblemente desmejorado y con grandes ojeras, mirada un tanto perdida, se cobijan en el chalet de Mariano, el guarda de la Meca y responsable del coso pamplonés.

Junto a él va su mozo de espadas, su mujer y su cuñado el millonario Pepote Clim. Al cerrar la puerta, el maestro Chapete casi se desmaya al ver al fondo de la estancia, tras un inmenso habano, al Famoso Pimienta, escoltado por tiburón y Papytu. Reunión de alto voltaje.

El silencio de la estancia y su frescura, milagros del aire acondicionado, contrastan con los gritos de fuera. En la mesa que preside la estancia hay una botella de tequila, una caja de habanos, otra de marfil repleta de oro blanco y un millón de dólares en fajos de a cien. Como para encerrarse una temporadita. Es Pepote Clim el que toma las riendas de la conversación. Alcanzando varios fajos de estos, se los tira a Papytu y Tiburón.

-Bueno, con esto ya están ustedes saldados. Aire y no quiero volver a verles. Vayan a comprar un par de entradas. No se que me da que hoy va a ver faena.

La pareja, sin hacer más ruido que la puerta al cerrarse, desaparece. Ya quedan tan solo cuatro. Perfecto para un mus.

-Bueno bueno Chapete, como ves, no te ha salido bien el plan para pelarme pendejo.

Encendiendo el habano con parsimonia, prosigue

-¿O tendría que platicar en plural, Carlotta? Que me intente chingar este menso pase, pero tú, hija mía, con todo lo que te he dado, cómo te atreves.

Con una mirada desafiante, su hija abraza a su prometido:

-Sé que no lo aprobabas padre. Era la única manera de obtener dinero y desaparecer para disfrutar de nuestro amor.

-¿Amor?- las venas de Chapote luchaban por intentar romper la camisa para así llevar sangre a su cabeza, roja de la ira.

El Famoso Pimienta, como leyendo los pensamientos del Patrón, se dirigió a la pareja separándolos a ambos. Con una mano empujó a Carlotta hacia Pepote. Con la otra, lanzó un directo al estómago de Chapete, obligándolo a simular una culebra en el suelo.

-¿Qué te pasa manito? Supongo que serán los nervios propios de antes de la corrida. Debería matarte aquí mismito. Por listo y vicioso. Lo de los videos haciendo el trenecito del amor supongo que fueron cosa tuya.

Otra vez el famoso Pimienta propone un punterazo en la entrepierna de Chapete, que pasa a hacer una perfecta imitación de la alfombra humana.

-Para que veas que soy misericordioso y no te guardo rencor, te voy a dejar que torees hoy con una condición. Si no empiezas la faena a Porta gayola y sin capote, me veré obligado a quemar en ácido a toda tu familia en Bacalar. Mira, que bien salen por el celular.

Chapete alcanza a ver el celular del Famoso Pimienta. En él puede ver a toda su familia amordazada junto a unos barriles de los que sale humo. La visión le provoca un vómito verdoso.

-Vámonos, no quiero ver mas a este manito.

Los tres se fueron de la estancia, dejándolo al maestro sumido en el más profundo de los abismos .Se quería morir. Su plan había ido demasiado lejos y no había marcha atrás.

Media hora mas tarde, en los medios y ante una atronadora ovación de la gente. Chapete, El Huracán de Bacalar brindaba con una emoción que llegó a los tendidos. Su cara hierática, blanca y ojerosa recordaba a la de Manolete. Dirigiéndose a barrera, lanzó la montera a su prometida. Ésta no hacía más que llorar. A su lado, Chapote Clim y el famoso Pimienta se prodigaban entre aplausos y sonrisas dignas del gato de Chesire.

-Para ti Carlotta, siempre te he querido y jamás te olvidaré.

Con andar torero, despacito, con liturgia se fue hasta la puerta de toriles. Encima de ella, un cartel rezaba: Listón, 648 Kg., Miura.

Con furia y ante el asombro de los espectadores, tiró la muleta bien lejos, quedándose tan solo con la espada. Mirando al cielo, se santiguó y dando la orden al monosabio para que abriera la puerta de los sustos, se puso como si fuera a entrar a matar.

Y así era. El griterío en la plaza al salir el toro estuvo lleno de histeria y horror. El choque era inminente. Nadie se lo creía. Fue como ver un mirlo blanco, escribieron los noticiarios de aquel día.

THE END


Historia de un Secuestro(VII).El rescate 1

Resumen: Chapete, el Huracán de Bacalar, maestro de toreros, está secuestrado. Tras pactar Don Pepote Slim, futuro suegro del maestro con el Famoso Pimienta, una entrega del rescate en situación caótica, se disponen al encuentro. ¿Qué sucederá? sus consecuencias y el resultado, penden de un hilo. Manejado con maestría por Edisson El Famoso Pimienta.

10 de Julio 11:55 AM
Casco viejo.
Procesión silletera de los Gigantes.

Mira que el Famoso Pimienta ha visto de todo. Rodar cabezas con motosierras al ritmo de rancheras. Cabezas balanceándose en puentes que jamás lo fueron. Lo que no estaba preparado, era para el ataque silletero pamplonica. Madres desaforadas empujando su silleta contra las botas del Famoso Pimienta. Vasos gigantes de fritos grasientos y variados. Gritos histéricos y caos trepando por su oreja.

Un par de veces estuvo apunto de volverse con el hierro que emergen de sus ojos y corrobora el bulto de su chaqueta. No obstante, no era su guerra. El rescate esta por encima de todo, inclusive el marianito que le acaban de verter sobre su pernera .Eso en Culiacán era pedir numero para el camposanto. País de chingones, murmura entre los humos de su habano.

La entrega del millón de dólares esta pactada en medio de este manicomio. No corresponde liarse a una balacera en medio de malditos enanos, padres estresados, gigantes y cabezudos. Uno de ellos le pega tal vergazo a Edisson, El Famoso Pimienta que a punto está de sacar, ahora sí el hierro. Comprueba que con el estruendo de la bala pasaría desapercibida. Sin embargo, se le acerca susurrándole:

-Patrón, esta ya todo arregladito. Espere no más. El Zaldiko, cuando venga, traerá el rescate.

-¿El que chingón? Te la estás jugando…
-Un hombre – caballo.
-¿Tengo cara de creer en unicornios y princesas?
-Atienda, por ahí viene.

Tal como se ha presentado, reclamado por la chavalería colocada de azúcar, se esfuma el kiliki.

Mitad hombre, mitad cabalo, aún rumia Edisson, El Famoso Pimienta. No jodás hermano, ésta te la guardo.

Contradiciendo sus pensamientos, el Zaldiko, mamporro aquí, vergazo allá, se hace paso hasta Él. Un arco iris de colores le abrigan. Peculiar, cuando menos.

-Patrón, tengo el rescate pegado al culo.

La sonoridad es psicodélica. El personaje también.

-¿Cómo está diciendo usted?

Los gigantes bailan al unísono, los cabezudos mamporrean a diestra y siniestra.

-El millón de dólares está pegado bajo la grupa del caballo. Usted dirá que hacemos.

-Bájate de esa montura y deja que Papito maneje.
-¿Y cómo lo hacemos? No podemos…
-Páseme el chingue caballo. A mí me vas a enseñar a montar.

La operación se hace con cierta celeridad, pero sin llamar la atención de los presentes, embelesados con el baile de las telas girando alrededor de los gigantes.

Una vez hecho el cambiazo, gorro incluido, procede a la huida. Cosa fatua, a causa del millar de presentes histriónicos. Así que toma el palo en una mano, en otra un spray tamaño Xl lleno de pimienta de todos los colores. Marca de la casa.

Así se escabulle el Famoso Pimienta. Vergazo a la derecha, spray de pimienta a la izquierda. Jamás se vio algo así en las calles de la vieja Iruña.

Sin embargo, alguien sí que lo observaba desde un primer balcón. Es don Pepote Slim, relamiéndose.

(Continuará)


Historia de un secuestro.(VI) El Famoso Pimienta.

Sinopsis: Chapete, el Huracán de Bacalar, está secuestrado. Su futuro Suegro, Pepote Clim, mafioso mexicano y padre de su prometida Carlota, inicia una búsqueda en medio de los Sanfermines. Tras contratar al famoso Papytu, empieza la búsqueda, acompañado del temible Tiburón, lugarteniente de Pepote. De repente, el Famoso Pimienta aparece

9 de Julio 09:25 AM
Hotel Sancho Ramirez.
Suite 701.

Una rosca de churros de la Mañueta preside la mesa. El olor es inconfundible.

Es un momento peculiar, ya que han visto la enésima repetición del encierro. Esa que no pillan a nadie.

En esta mesa, peculiar, sí.

En un lado, Pepote Slim y Carlotta. Serios.

En el otro lado, amordazados, Papytu y Tiburón. Los han cazado como conejos. Vaya par de inútiles, piensa Don Pepote Slim.

Acompañando a los churros, hay cositas varias. Tequila, habanos, y una caja de marfil llena de esperanza blanca, muy valorada por alguno de los presentes.

El humo del Cohíba se hace anunciar antes que su presencia. Silencio en la estancia. Es el Famoso Pimienta. Además, no está para bromas.

-Sé dónde está Chapete,- inhalada de humo- También sé lo que está haciendo.

Murmullo en la suite. Algún vaso quebrado. Es el de Pepote. Nervioso.

Humo, más humo, quitando el peso de la vida.

-Mi hija, vete a tu cuarto.

Carlotta, solícita, se levanta. Su rostro ha perdido el esplendor con el que vino a Pamplona, deviniendo en unos ojos acuosos subrayados por unas tremendas ojeras. Esto es lo que le rompe el corazón al mafioso mexicano y hace asomar el colmillo al Famoso Pimienta.

Después de la ausencia, la verdad. Si se puede decir así. Es su verdad .La del Famoso Pimienta.

Les muestra el nuevo video. Es un trenecito de gentes de todo pelaje en pelotas. En el medio el huracán de Bacalar, con un antifaz en los ojos para no ver nada. El tercer ojo sí que ve. Da y recibe. Hay alguno que hace de locomotora y hace Chuuuuuu Chuuuuu. Cuando menos peculiar.

-Un millón de dólares., dos botellas de tequila Don Julio blanco y una Caja de Cohíbas número siete .Ese es el precio de su yerno.

La apuesta irrumpe en la suite como un trueno. Estalla.

-No me chinges Pimienta…de esta se acuerda toda su familia.

-No me sea desagradecido Pepote. Si quiere tener a su hija contenta no tiene más que acomodarse. Además, que es para usted un kilo…pura propina.

Un carraspeo como respuesta.

-Y como lo hacemos.

El Famoso Pimienta muestra una sonrisa, aunque quizás tan solo fuera una mueca. Ya los tiene donde quería. No ha sido tan difícil. Cuatro billetes a los Petas, una vigilancia soterrada a Tiburón y Papytu .Lo que se dice coser y cantar.

-Mañana, cuando los Gigantes hagan su salida por el casco viejo. Ya les avisaré dentro del cual se producirá la entrega. Sí, he dicho dentro, donde van los porteadores. Allá donde estén. Por cierto, tengo entendido que a la tarde le toca torear al Huracán, de Bacalar. Si no siguen mis indicaciones, será tan solo brisa…

Pepote Slim no aguanta más e intenta alcanzar la pistola oculta debajo de la mesa.

-No hace falta las armas papito .El famoso Pimienta no las admite.

Una risa, ahora sí, resuena en la suite 701.

(Continuará)