Gastronomía


Frases célebres del cine 3

Cuando uno navega por internet encuentra auténticas joyas (este blog es un ejemplo). El otro día encontré otra de ellas. Se trata de la web moviesonyourface.uk. Allí encuentras muchas anécdotas e historias del mundo del cine. Entre lo leído encontré un artículo escrito por Vanessa Jokeson y que me sorprende que nadie conozca. En él explicaba como algunas de las frases más históricas y recordadas del cine salieron de los viajes que los guionistas habían hecho a Pamplona durante los Sanfermines y ellos mismos las explicaban. A continuación os expongo algunas de ellas.

– “El mejor amigo para un muchacho siempre es su madre” – Este frase la dijo Norman Bates en la película Psicosis. Pero fue en Pamplona donde la escuchó Robert Bloch y la incluyó en su libro en el que se basó la película. Bloch llegó a Pamplona un 8 de Julio con una mochila y dos bermudas como él explicaba en la web. El día 13 y tras la escasa higiene de las fuentes públicas y con las ropas manchadas de todo, preguntó a un grupo de pamploneses que iban absolutamente inmaculados: ¿Cómo podéis ir tan impecables? A lo que uno respondió la ya famosa frase.

– “A Dios pongo por testigo que nunca más volveré a pasar hambre”- Esta es otra película basada en un libro. Sin embargo la frase en cuestión no salió nunca en el libro si no que la incluyó en el guion de la peli Sidney Howard. El bueno de Sidney, según cuenta en la web, abandonaba su Connecticut natal cada Julio para visitar Pamplona. Estuvo viniendo durante 15 años e hizo buena relación con una cuadrilla de socios de la peña Irrintzi. Con ellos iba a los toros y allí escuchó la ya mítica frase. Él no recuerda si fue el día 12 o el 13 cuando un mozopeña harto de las meriendas escasas y poco trabajadas que sus compañeros de tendido habían llevado a los toros a lo largo de los Sanfermines, se levantó ante el estupor general, y prometiendo que a partir de ese día él sería el encargado de preparar la merienda, gritó “A Dios pongo por testigo que nunca más volveré a pasar hambre”. Cuenta Howard que siguió yendo a los toros seis años más y nunca vio al susodicho llevar la merienda.

– Matt Liar es un nombre poco conocido para el gran público, pero un personaje imprescindible en el mundo del cine americano. Él, junto a Lucas y Spielberg, cambiaron la forma de entender el cine. Visitó los Sanfermines a mediados de los 70 y de su viaje y sus experiencias salieron dos de las frases más conocidas del cine mundial. Curiosamente los dos tenían el mismo protagonista. En una cena en Palo Alto (California) a finales de Julio de 1976 Liar les contaba a Spielberg y a Lucas su viaje a Pamplona. Entre las muchas historias, les contó como el día 7 se acercó a la calle Mayor a ver la Procesión. Allí encontró a las 10:30 de la mañana a un joven sentado, con la cabeza entre las rodillas y restos de una vomitona juntó a él. Dormía plácidamente y se le quedó observando. En esto apareció un hombre maduro. Elegante. Con un pañuelo bordado al cuello y una frondosa barba negra. Le dio una colleja el mocé, pero este no reaccionó. Le dio una segunda. Entonces el joven levantó la cabeza con los ojos vidriosos y medio abiertos y balbuceó: ¿Qúe pasa? ¿Quién eres? Y el hombre, con voz grave, respondió: “Yo soy tu padre”. Ante tal respuesta, el joven se levantó y enfiló la calle Mayor hacia la Taconera. Liar sorprendido por la escena, decidió seguir al chaval pensando que caería dormido en cualquier banco. Sin embargo siguió dando tumbos y haciendo eses. Consiguió enfilar la Avenida de Bayona y un poco más adelante paró y se apoyó en la pared. Matt asustado se acercó para echarle una mano, pero el joven al verlo señaló un edificio y dijo: “Mi casa”. Tanto George como Steven decidieron añadir ambas frases a sus guiones de Star Wars y de E.T. Que increíble casualidad que dos de las frases más míticas del cine mundial tuvieran como protagonista a un joven pamplonés. Es más, en la web el propio Liar reconoce que E.T. es un guiño a las iniciales del muchacho pamplonés y no las letras de Extra-Terrestrial.

Realmente sorprendente la cantidad de historias sobre los Sanfermines que uno encuentra por ahí.

 

 


Sanfermines y mas 2

Está claro que si Pamplona es conocida mundialmente es por sus fiestas de San Fermín. Son un montón de viajeros extranjeros los que nos visitan por esas fechas para disfrutar de la ciudad. De hecho yo he escrito sobre la experiencia de amigos colombianos en este blog. También una cuadrilla de franceses nos visita todos los años para vivir las fiestas. Mi hermano, que vive en tierras británicas tiene casi a diario peticiones de invitación a nuestras queridas fiestas.

Pero recientemente he observado que para los extranjeros Pamplona es algo más que los Sanfermines. Estaba el otro día realizando mi habitual repaso a la prensa internacional, cuando entre la lectura del Sin Chew Daily malasio y la del Al-Chourouk  tunecino encontré un artículo referido a Pamplona en el Chicago Tribune (http://www.chicagotribune.com/lifestyles/travel/ct-trav-0531-food-pamplona-spain-20150522-story.html). En dicho artículo el autor nos indica que Pamplona es algo más que los toros y hace referencia al aspecto gastronómico de la ciudad. En él mezcla los restaurantes de más prestigio de la ciudad con otras delicias no tan elegantes como son los garrotes de Beatriz, haciendo referencia también a la Semana del Pincho. Me sorprendió leer en prensa extranjera algo relacionado con nuestra ciudad que no tuviera relación con los Sanfermines.

Pero a esto hay que unir la visita que por motivos familiares recibí de un amplio grupo de alemanes hace un par de semanas. Organizando la visita pensé que a mis invitados les interesaría conocer todo lo relativo a los Sanfermines. Sin embargo, desde su llegada hasta su marcha (4 días) no les escuché hablar en ningún momento de las fiestas. Disfrutaron de los pintxos. Vieron las murallas, la Ciudadela y la Catedral. Y se pasearon por la Plaza del Castillo y la Estafeta sin preocuparse lo más mínimo de cuál era el recorrido del encierro. Lo pasaron muy bien y se llevaron un bonito recuerdo de la ciudad.

Muchos ya sabíamos que Pamplona es algo más que los Sanfermines. Ahora hace falta que se den cuenta los demás.


Decepciones 2

Este pasado fin de semana se ha disputado el “Combate del Siglo”. La pelea de boxeo más esperada en años. Cifras astronómicas para los púgiles. Millones de euros invertidos en publicidad y un montón de gente alrededor del mundo viendo el combate por pago por visión. Y al final la decepción. Tantos años esperando el combate y tan tinta derramada para que el resultado fuera desilusionante para todos. Tanta expectación para que al final todo quedara en fiasco.

Y esto me ha hecho pensar en el parecido que ha tenido la pelea con los Sanfermines. Cada año esperamos que sean “Los Sanfermines del Siglo”. Intuimos que van a ser especiales. Los preparamos y nos preparamos con celo. Pero cuando llegan aparecen las decepciones. Te decepciona el clima que guarda los peores días de verano para el 6 de Julio. Te decepciona la hostelería que sigue soltando sablazos a pesar de la crisis. Te decepcionan los políticos que no son capaces de dar normalidad a las fiestas. Te decepcionan los encierros hechos para atletas que han perdido parte de su emoción. Te decepcionan algunas tardes algunos de los protagonistas de la Feria del Toro. Te decepcionan meriendas del tendido y el poco decoro de los cocineros al mando. Te decepcionan los malos resultados relativos al liguoteo que se acumulan año a año. Te decepcionan algunas colecciones de fuegos artificiales del Concurso Internacional. Te decepcionan muchos de los conciertos contratados para “amenizar” las noches. Te decepciona encontrar a la Comparsa almorzando cada vez que quieres verles bailar. Te decepciona que llegue el Pobre de mí y te hayas dejado cosas por hacer.

Pero cuando después de Fiestas haces el análisis de las mismas, el resultado siempre es positivo. Porque los últimos sanfermines siempre son mejores que los anteriores. Y porque al final, son los que te acompañan del 6 al 14 los que hacen que estas sean unas fiestas sin igual.

P.D: Te decepciona tener resaca siendo miércoles.

 

 


ESKAILERA ETA OSASUNAREN FASEAK – LA ESCALERA Y LAS FASES DE OSASUNA 3

Día cinco de mayo, martes. ¿Un día cualquiera? No. Día de cena de escalera.
Un par de potes previos hasta llegar andando a la piscina. Un último refrigerio y a cenar. Salen las botellas de vino a escena. Alguno que viene a última hora se compensa con otro que no ha vendido. ¿Estamos todos? ¿Sí? Pues empezamos.

Ensalada de tomate.

Los primeros brindis, todavía tímidos dan comienzo a las típicas tertulias.
Lo de Osasuna está muy negro. No tiene solución. La deuda, los líos de compras de partidos, los árbitros, la mala suerte, los jugadores, no hay rasmia.

Cesta de hojaldre rellena de espinaca y queso de cabra.

¿Otro brindis? Hombre, ahora el reparto televisivo va a ser más justo. Y la deuda parece que ya está encauzada. Si se mantuviesen este año…

Albóndigas en salsa. (Van por tí).

– Otra de vino por favor. El caso es que el nuevo entrenador quizá sirva de revulsivo. Ganando lo de casa y rascando algún punto fuera…

Postre, café y copa.

– La verdad es que el resto de equipos son muy malos. Y Osasuna al final está acostumbrado a jugar estos partidos.

Cubata.

– Tampoco está la cosa tan mal. Yo creo que al final nos salvamos.

Otro cubata.

– Nos salvamos seguro.

FELIZ CENA DE ESCALERA


Menos bares y más bancos

Hubo una época en el Casco Viejo de Pamplona en la que, tienda que se cerraba, banco que abría una oficina. Aquel furor bancario murió y vino a ser sustituido por otro, el inmobiliario: tienda que cerraba, compra-venta-alquiler de inmuebles que nacía, como hongos en la Ultzama tras una tarde de tormenta.

Aquella racha también se fue al garete.

De un tiempo a esta parte, este Casco Viejo ha sido invadido por el furor hostelero. Tienda que cierra, bar que abre. Pero ahora ya no se llaman bares, no, ahora son cafeterías, gastrobares o restaurantes chics. Todo ello muy lógico en un barrio que carecía de forma absoluta de tales servicios.

Oía el otro día a alguien hablar de la sanferminización del Casco Viejo. A este barrio, siempre divertido y dado al jolgorio, parece que, a falta de Museo de los Sanfermines, quieren convertirlo en parque temático los 365 días del año, en el paraíso del macrobotellón legal. En lugar de un sitio maravilloso para vivir. El cinturón que rodea a la plaza del Castillo, Pozoblanco, San Nicolás, Zapatería, Mercaderes, Estafeta, se está viendo invadido por más y más bares, cuando hasta no hace mucho la zona había sido declarada saturada. Pero parece que desde el Ayuntamiento se ha abierto, nunca mejor dicho, la barra libre para nuevas licencias hosteleras. Curiosamente, tras cada apertura, se encuentran misteriosos grupos inversores. A saber de dónde llega esa pasta.

Nada menos que 40 nuevos garitos han abierto en los últimos años.

Y al vecindario se le acaba la paciencia. Juevintxos, viernes, sábados y domingos, sus portales se llenan de culos, los adoquines de vasos y platos de plástico, sus escasas plazas de aparcamiento de coches ajenos, sus calles de ruido y sus esquinas de meadas.

Nos gustan los Sanfermines, vaya que si nos gustan. Pero no todo el año. Salvo que al vecindario nos den vacaciones el uno de enero y estas no acaben hasta el 31 de diciembre.

No entiendo esta política. No entiendo a quienes la defienden diciendo que dinamiza el Casco Viejo. Y una mierda. Más bien parece que quieran cargárselo.

No, si al final echaremos de menos a los bancos.