Archivo por días: 10 de noviembre de 2017


IX Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

A TUS PIES

Mamen García Moreno

¡Estoy emocionado! Es día 6 de julio y llegan duros días de trabajo, con cientos de historias. Hordas de jóvenes me rebasan entre risas y conversaciones nerviosas. Algunos me pisan, pero no se disculpan. Se dirigen a la Plaza Consistorial porque ¡EMPIEZA LA FIESTAAAA!
Horas después, ¡ya estoy exhausto! Mientras la multitud va y viene, le pregunto a mi compañero qué tal le ha ido el día. Está cansado y sucio, pero contento… ¡Lleva un par de vasos encima!
Apunta el alba y disfruto de un momento de tranquilidad, cuando veo acercarse una pareja. Ella sonríe y se ruboriza. Baja los ojos cuando él la mira. Pero él… ¡Ay él! también está nervioso. No sabe cómo actuar. La observa de reojo estudiando su próximo movimiento… ¡Vaya par! Decido echarles un cable. Como estoy empapado tras una noche intensa, fuerzo un resbalón y ella se tropieza. Él la agarra por la cintura y ya no la suelta. A lo lejos los veo besarse. Sonrío y miro al cielo hasta que, de pronto, oigo un estruendo. ¡Mierda!, llega el encierro ¡Buffff! ¡Espero que no me sepulte un Miura!
¡Qué dura es la vida del adoquín!
 

SUS PRIMEROS SANFERMINES

ángel Maria Alfaro Diaz

Ahí estaba yo, acompañado de mi nieto en sus primeros sanfermines.
Desconozco quién estaba más emocionado, pero sospecho que era yo.
Miraba los ojos brillantes e inocentes del niño, abiertos de par en par. Esos ojos que iban a conocer la fiesta con una mirada nueva e inocente.
La emoción me embargaba, faltaban unos minutos para el chupinazo y la Plaza del Castillo estaba abarrotada de familias deseosas de presenciar el comienzo de la fiesta lejos de la abarrotada Plaza Consistorial.
Mi nieto miraba en derredor la plaza teñida de blanco y rojo, con la boca semi abierta, señalando con su dedito regordete a la multitud.
Yo imaginaba como iba a ser correr delante de los cabezudos, sus grititos emocionados. Imaginaba su carita viendo por primera vez a los gigantes, mirando sorprendido la tez morena de Toko Toko tan morena como él, tan morena como el rostro de San Fermín.
Añoraré llevarlo al Riau Riau, ya no es posible, pero hay mucho de lo que disfrutar juntos.
Quiero que aprenda los sonidos, los olores y todo lo que rodea a esta gran fiesta, quiero que mi nieto aprenda a amar a Pamplona y a San Fermín tanto como los amo yo.
 

VIVA

Blanca Ujué Goñi Allo

A Amal ya no le asustan las luces en el cielo. Resulta que en Pamplona, nueve días al año, siempre a la misma hora, el cielo se llena de luces, estruendo y olor a pólvora. A diferencia de su Damasco natal, aquí nadie corre presa del pánico y las sonrisas de los niños se iluminan con cada fogonazo. Tres meses lleva en Pamplona, tres meses que se cumplen el mismo día que miles de personas, ataviadas con los mismos colores, recorren las abarrotadas calles de la capital navarra entre risas y canciones. ¡Y qué decir de los encierros! Si su tío Amir hubiera visto a seis toros corriendo por una ciudad… pero su tío Amir ya no puede ver nada, así que Amal, casi como un ceremonial, conteniendo la respiración, se asoma todas las mañanas al vallado de Telefónica y no puede evitar taparse los ojos cuando algún Miura o Torrestrella se acerca demasiado. Y aspira el aroma que dejan los astados, los mozos, hasta el de los churros y el de la cerveza derramada y sonríe, sonríe porque está viva. Y qué mejor que sentirse viva del 6 al 14 de julio en Pamplona.
 


TXIKITO

Txikito era un hombre peculiar. Tan pequeño de estatura como grande en corazón, era gran amante de la juerga y, por lo tanto, para él los sanfermines eran su mayor ilusión.
Sus años nos dan para multitud de anécdotas; como aquella de al cumplir años en plenas fiestas, su cuadrilla se juntaba en su casa para cenar y celebrarlo con su madre de anfitriona aunque él nunca aparecía, ya que seguía de juerga.
Él comentaba que en Sanfermines casi no salía de la calle Jarauta, que simplemente se asomaba hasta la calle San Lorenzo a ver los fuegos artificiales y que luego volvía. Así hasta el catorce.
O que en fiestas de Tafalla dejaba su bolso en una pensión, que recogía a los dos días sin tocar ni aparecer por allí. Él afirmaba, siempre dudamos de esa versión, que no llegaba al pulsador del segundo piso y que la del primero tenía muy mala leche y no le abría.
Iba coleccionando anécdotas hasta que una enfermedad las frenó en seco. Esto le impidió seguir con sus juergas pero no la fiesta.
Probablemente cualquiera en su situación hubiéramos huido de la ciudad durante las fiestas al no poder vivirlas como siempre lo habíamos hecho pero él, no. Las empezó a disfrutar de otra manera. Siguió sin perderse una. Continuó yendo a todas las cenas de escalera y allí donde había un acto de federación de peñas o de la peña Anaitasuna acudía, aunque fuese solamente a ver que se cocía por ahí. Él era sanferminero en vena y no podía dejar de serlo.
Hace unos días nos dejó para siempre.
En estos tiempos en que no sabemos dónde está el bien ni el mal, no sé si te habrán enviado al cielo o al infierno pero lo que sí estoy seguro es que allá donde hayas ido estarás disfrutando de San Fermín a tu manera y lo llevarás junto a tu Peña Anaitasuna en el corazón.
Goian bego, Txikito, beti gure artean egongo zara.