Archivo por días: 25 de julio de 2016


VIII Certamen Internacional de Microrrelatos de San Fermín

SIETE MESES

Julia San Miguel Martos

El uno de enero, con la resaca aún de las buenas intenciones, contamos los meses que quedaban para vernos. Siete nos parecían una eternidad y nos prometimos no pensar en ellos y dejarnos llevar por el vaivén de los días. El dos de febrero no contestaste a mis llamadas, y un escalofrío inquieto palpitó en mi corazón. El tres de marzo tuvimos una conferencia por skype. En el jardín comenzaban a brotar los primeros pétalos de la primavera, y te intuí desconcertada detrás de la pantalla. El cuatro de abril reímos mirándonos por la nebulosa de internet a miles de kilómetros de distancia. Fue el cinco de mayo cuando me dijiste que tal vez este año no vendrías, y dejaste lágrimas amargas sobre mi almohada. El seis de junio comenzamos los preparativos. Ni siquiera merece la pena recordar la falsa alegría que fui incapaz de aparentar con mis amigos. Y el siete de julio llegamos a Pamplona, embriagados de heroicidad sabiéndonos toreros por un día en los encierros. La plaza estaba rebosantemente feliz, y a los gritos de ¡Viva San Fermín! creí sentirme más solo que nunca. Entonces te vi, con el pañuelo rojo, como tus labios. Y recuperé la fe. 

SANFERCRACIA

Beatriz Gurutzarri Vicente

Nunca me gustaron las aglomeraciones, así que la idea de venir a San Fermín no era plato de mi gusto. Pero como somos una cuadrilla democrática tuve que abdicar a regañadientes y montar en el coche. Nos esperaban 2753 km de coche para llegar a pamplona después de cruzar tres fronteras.
… No tengo palabras para expresar lo que sentí, primero en el chupinazo. Era una alegría tan contagiosa que por unos momentos nos creímos Pamplonicas de pura cepa.
Después he conocido gente de ni sé cuantos países, hemos comido y bebido de maravilla y pasear por cualquier calle es todo un homenaje a la originalidad y al arte más genuino.
Procesiones, toros, gigantes y cabezudos, la salida de las peñas y sobre todo música y baile por doquier.
La idea era ir cada año a un país distinto y elegir alguna de sus fiestas para vivirla a tope.
Pero yo no puedo quitarme la idea de la cabeza: el año que viene repito. Aunque tenga que venir solo.
Gracias Pamplona. » Si no existieras, habría que inventarte». Viva Sanfermin y como decís por aquí, Aúpa! 

..SON DURAS COMO EL HIERRO…

Ignacio Navarro Otano

Como cada mañana, ya vestida, se miró al espejo. Sostenía en la mano el pañuelo rojo que tantos días había sido parte indispensable en su vestuario. Lo apretó entre sus dedos. Cerró los ojos. Inspiró profundamente, despacio, dejando que los buenos recuerdos penetraran como un pequeño río en su interior. Notó como se iban hinchando sus pulmones. Aguanto unos segundos saboreando el momento y concentrándose en el sonido de su corazón. Cuatro, cinco, seis…Lentamente fue expulsando el aire por la boca. Los restos del miedo que aún se habían resistido a salir, se fueron para, y estaba segura, no volver jamás. No lo iba a permitir. Se colocó el pañuelo pero esta vez en el cuello y no en la cabeza. Abrió despacio los ojos. El espejo le devolvió generoso un rostro feliz.

– ¡Vamos chicos, a la ofrenda, que luego hay mucha cola y decís que os aburrís!

– ¿Qué le vas a pedir a San Fermín, mamá? Yo que no llueva para ir todos los días a los fuegos con bocata.

Sonrió. Por ellos había luchado. Se tocó la medalla del cuello. Con Él había vencido.

– Yo nada hijos, este año me toca darle las gracias. Buen capotico me ha echado.