Archivo por días: 16 de marzo de 2016


La marmita de ajoarriero 2

Nosotros vivimos en el centro. Vivir en el centro tiene sus ventajas y sus inconvenientes, como todo en este mundo; pero hasta esos inconvenientes se pueden perdonar solo por el placer de vivir en el casco viejo de Pamplona durante los nueve días que dura San Fermín.

Imagino que alguno de vosotros está pensando en esos pequeños detalles cenizos que todo el mundo pregunta:

—¿Dónde aparcáis durante esos días, si ni siquiera podéis meter el coche hasta la puerta de casa?

—¿Y, el ruido constante?

—¿Y esa sensación de que, cada vez que salís de casa estáis en plena fiesta y no podéis desconectar?

—¿La suciedad?

Lo cierto es que todo esto son cuestiones menores frente a lo más importante: a lo irrefutable. Durante esos nueve días vives en el centro del mundo. Te pones la camisa y los pantalones blancos, la faja y el pañuelo y estás en plena fiesta sin perder el tiempo buscando nada, ni cogiendo villavesas, tratando de aparcar, planificando horarios…

También tiene otra cosa, eso de vivir en lo viejo. Tu casa es la base de operaciones de todo el mundo. Paramos poco en casa, pero cuándo estamos, el timbre echa humo de amigos propios, de los hijos y familiares varios que vienen a almorzar, a ver la procesión, a tomar el aperitivo o al baño entre bar y bar. Por eso, tradicionalmente, en nuestra casa el 5 de julio hacemos dos grandes cazuelas: una de ajoarriero y otra de magras con tomate. Las vamos rellenando conforme van avanzando las fiestas porque, con eso, pan y vino puedes dar a cualquiera un espacio de refugio.

Cuando nos vinimos a vivir al casco viejo, hace ya media vida, lo tengo que confesar: lo mismo que algunos escritores contratan a un negro para sus manuscritos, yo me llevaba a mi madre de contrabando a casa el 5 de julio para que me preparara una enorme cazuela de ajoarriero. Mi madre, sin temor a equivocarme, hace el ajoarriero más bueno del mundo y reto a cualquiera a una cata para certificarlo.

Después, pasaron los años y una va madurando. Y, en realidad, ¿qué es madurar sino aprender a hacerte tú misma tu propia marmita de ajoarriero para acoger a los amigos durante San Fermín?