Archivo por días: 14 de marzo de 2016


Peripecias de un alcalde sanferminero.El Txupinazo (II)

Al entrar en el recibidor de la Casa Consistorial, como cada vez que lo hago, mis ojos se dirigen hacia la inscripción en latín que hay tallada en el friso frontal de la parte superior. Traduciéndoosla al cristiano para los que no la conozcáis, reza: » La puerta está abierta para todos, pero sobretodo el corazón». No puedo evitar descojonarme. Aquí, lo único que se abren son unas guerras dialécticas de cuidado en los Plenos, los bolsillos de los ciudadanos a base de impuestos, tasas y multas o los colegios municipales los domingos cuando se celebran elecciones; y si me apuráis, sí, lo reconozco, más de una puerta giratoria para cuando a uno se le termina el chollo de ser edil.

Subo con brío la pequeña escalinata y me adentro en la planta baja. Caótico escenario. Incesante trasiego. Bedeles, policías y otros empleados municipales discurren presurosos de lado a lado y se cruzan en mi camino saludándome con una sonrisa de oreja a oreja. Mosqueante. De normal, aunque debieran y tienen la obligación, no son tan deferentes ni efusivos con mi persona. Es más, muchas veces se hacen los longuis o tratan de esquivarme. Me asaltan las dudas. O bien los ha puesto de tan buen humor el reciente cobro de la extra, o bien se han imbuido ya del famoso chip sanferminero que hace subir varios puntos de alegría el carácter de cada pamplonés cuando llegan nuestras famosas Fiestas, o bien, lo que más me preocupa y sería más jodido, que estén al tanto de algún rumor o chascarrillo político que se haya propagado sobre mi persona y que me deje de mierda hasta el cuello.

Mi repentina zozobra se disipa cuando veo al fondo a mi Jefe de Gabinete. Sonríe al verme. Buena señal. Todo va bien. Sin contratiempos. Elegido por mi dedito, el chaval en cuestión es un JASP. Conviene puntualizar un poco. Lo que realmente le hace sobradamente preparado es ser el hijo de un mandamás del partido. Por encima de cualquier currículum. Al llegar a su lado y tras babosearme un poco, me repasa la agenda que tengo por delante hasta la hora del cohete: diversas entrevistas con medios de comunicación nacionales y extranjeros y numerosos compromisos protocolarios con gente de todos los lados. Para que os hagáis una idea, éste año ha venido gente invitada por el Ayuntamiento hasta del mismísimo continente asiático. Así pues, como podéis imaginaros, el fenómeno global que suponen los Sanfermines hará que tenga que emplear y sacar a relucir mi inglés anabotellesco en bastantes ocasiones. Pero estar tranquilos, que saldré airoso, que como político que se precie, tengo jeta para eso y para más. Go, go.

Subimos hasta la la segunda planta. Cumplo con las  obligaciones marcadas. Miró el reloj de nuevo. Aún falta media hora para las doce. Entro entonces a la sala cuyos balcones dan a la Plaza Consistorial y, cómo no, con mi sola presencia la estancia se viste de gala. Pedigrí que lleva uno consigo. Tres cuartos ya de entrada. Ambiente de lujo. Similar al del Sadar cuando viene el Madrid. O al del Anaita cuando toca Barricada. Haceros a la idea. Runrún. Murmullos varios. Risas a tutiplén. Gente variopinta. Periodistas alcachofa en mano. Cámaras grabando. Selfies revoloteando. Marianitos triunfando. Y de fondo, poniéndonos ya a tono para la ocasión, el hilo musical de la radio municipal txaragueando música turrilleresca. ! Qué más se puede pedir !. De pronto, veo que desde uno de los balcones del fondo me hacen gestos ostensibles mi Concejal de Urbanismo y un conocido constructor local. Me conminan a que me acerque a ellos. Y mis cojones treinta y tres. Está la cosa a nivel estatal como para dejarse hacer fotos comprometidas. Me hago el sueco y me doy la vuelta rápidamente, topándome de bruces con la concejal líder de la oposición. Mis cojones se me caen. Me quedo en treinta y uno. Necesito subir nueve para su edad. Cuarentona. Divorciada. Vestido blanco corto bien prieto. Innumerables curvas. Piernas de escándalo. Tacones desorbitantes. Labios carnosos pintados de rojo chillón. Y al cuello, el colgante de un San Fermín que está sufriendo más que en Amiens entre el canalillo siliconado; siliconado no de Silicón Valley, sino de Silicón Obregón. Si no fuese por la dichosa murga que dan y han dado históricamente en esta ciudad, os la podría catalogar como una mujer de bandera. ¡¡ Qué mujer ¡¡. ¡¡ Uffffff ¡¡ La de buenos ratos que he pasado a solas con ella. No con la concejal. Con ella. A costa de la concejal. No sigo, ya me entendéis.

– ¡Hola Alcalde, feliz día, olvidemos las rencillas del día a día y pasémoslo bien ¡, me dice al tiempo que se abalanza sobre mí para darme dos besos. Acaloramiento brutal. No mío. Ni de la concejal. De ella. A costa de la concejal. No sigo, ya me entendéis. Mientras me da el último de los besos, me susurra al oído. » Ya sé que tu mujer está fuera de vacaciones. Si hoy en vez de uno, quieres lanzar dos txupinazos, te espero a menos cinco en el baño de señoras «. Me quedo blanco. Más que mi ropa. Más que su vestido, al que veo alejarse poco a poco de mi vista y va perdiéndose entre los asistentes. En mi cerebro, un sobrevenido cortocircuito mental y un único pensamiento: Hijade.

( Continuará)………………….