Archivos anuales: 2015


Dichosa Tomatina 2

Llevo una temporada en la que por motivos de trabajo me toca viajar y recibir visitas con bastante frecuencia (en cualquier caso más de la que yo desearía).

Cuando me viene gente, normalmente les enseño el Casco Viejo, empezando por la Plaza de Toros y recorriendo de forma inversa los 849 metros del encierro para luego echar algunos pintxos.
Generalmente siempre acabas dándoles explicaciones sobre las Fiestas y obviamente sobre el encierro, que suele ser lo que al personal más le llama la atención.

Una de las conversaciones recurrentes se centra en las habituales disquisiciones sobre si las corridas son cultura, tradición o barbarie primitiva (que para todos los gustos hay opiniones); sin embargo resulta bastante común acabar hablando de la tomatina y me explico.
Uno se esmera en dar prolijas aclaraciones sobre el encierro, su historia, duración, cogidas, repercusión mediática, etc. y no sé si es que yo no me explico bien o la peña está en el limbo, porque más de una vez mis interlocutores ponen cara de que saben de que les hablo, esbozan una sonrisa y me sueltan algo del estilo de «si claro, ya lo he visto por la tele, eso del encierro es lo de tirarse tomates por las calles».

Yo no pierdo la compostura y rápidamente les aclaro que correr delante de unos bichos de casi 600 kilos no tiene nada que ver con ponerse tibio a tirar tomates al prójimo; lo cual más de una vez provoca una ligera mueca de desilusión en mi audiencia.
Y digo yo que tampoco sé porque la gente siempre me sale con la misma cantinela y que no me explico que paralelismos encuentran entre una cosa y otra.

O es que igual lo que resulta es que mi inglés es peor de lo que yo me pienso…


El almuerzo. 4

Pamplona, 8 de julio
10:00 horas, 15º grados. Nublado
Casa Juanito.
Esquina de la Estafeta.

Dos días continuados de fiesta es mucho. Y más si vas acompañado de dos chimpancés. Charlie, menos elástico que nunca, lo sabe. El cansancio es perpetuo. Es la hora en que empieza a replantearse su huída. Seres de otro planeta venidos a la mejor fiesta. En cambio, sus acompañantes lo ignoran y van a lo suyo. Ésta es una aventura fuera de la jaula circense, y quieren disfrutarlo .Salidos de madre, casi no respetan nada, ni si quiera la mesa del fondo.

En ella, los divinos comentan las últimas experiencias frente a los astados. Los platos rebañados con esmero. Impoluto blanco que contrastan con la facha del trío. Una conversación queda. Uno de ellos, ojitos azules, camisa recién planchada, comenta que los encierros no soy como antaño .Hoy en día hay que pegarse codazos para entrar cerca de la manada, jugarse el tipo y no oler asta. A joderse tocan.

El que si tocaba era Elvis,”the pelvis”, cositas peludas, encendiendo a la ya de por sí inquieta Priscila. Charlie se inventa en el banco de afuera una perfecta imitación de una cebra sesteando. Mientras, Juanito, profesional, saca las pertinentes angelitas: moscatel con sifón y algo más. Mirando de reojo a la pareja homínida, con cierto recelo. Lo normal en un hostelero cansado de ver esto y más.

Con un salto ágil, Elvis se viene arriba. Prende la botella de moscatel y a morro, tal cual, la vacía de su contenido. Arte puro. Priscila aúlla inquieta sabiendo que este movimiento pasará factura en el cerebro de su acompañante. Tan alto es el grito que hace despertarse a Charlie, que, elegantemente, hace un escorzo imposible, de tan alta definición que deja a todos boquiabiertos. Acaba de crear la araña humana, Colgado en el techo, con manos y pies pegados por arte de magia, se acerca a la mesa boca abajo. Cómo si nada. Por encima de los mozos.

Claro está que con el cansancio de dos días no contaba. En un plis plás, la araña se convierte en rama de tronco del Retiro, cayendo con todo sobre la mesa. Imponente el ruido y más el espectáculo. Los divinos ya no están impolutos, sino moteados. Elvis y Priscila, amantes de ruidos estrambóticos, alcanzan la barra donde descansan los licores. En un plis plás, comienza la lluvia de licores a los comensales .Eso sí, dejando la botella de absenta intacta. Reservada para Charlie.

La huída apremia. Al ser gente del gremio circense., no valoran irse de cualquier manera. Colgándose de la lámpara, Elvis y Priscila ejecutan el ya mítico columpio asesino. Nobleza obliga. Esta vez son ellos los que salvan a Charlie, inerte y con la absenta a modo de gotero. El enfado inunda la estancia. No son bienvenidos los forasteros.

Esta vez los aullidos son las sirenas de policía. Otra vez., malditos roedores:

Saliendo por la puerta de atrás,

Tres son tres,

Los que abandonan la estancia,

Quemando la tierra por medio,

Girando sobre ellos,

Maldita danza,

De éste,

Invisible arte.

Se paga el ser diferente.

Que lejano queda

La carpa circense.

Quizás la libertad

Deba convertirse

En libertinaje.

(Continuará)


El recado 4

El otro día iba a hacer recado por Carlos III cuando un periodista de no sé qué cadena local me asaltó micrófono en ristre con una pregunta peliaguda:

–¿Cuál es su momentico preferido en San Fermín?.

–Bueno, tengo varios –respondí–, por ejemplo cuando…

El joven me cortó algo despiadado.

–No, necesitamos sólo uno. El preferido.

Me quedé parado unos segundos. Aquello me obligaba a una reflexión casi metafísica. La elección tenía incluso un punto de perversidad que me mosqueó ligeramente. No obstante el reto de extraer un momento (de entre todos los momentos) y colocarlo en al altar de “favorito” no dejaba de ser un interesante ejercicio de síntesis. Le pedí a mi interlocutor un minuto, y el muy jodido me lo concedió con el ojo puesto en el segundero. Pasado el plazo contesté:

–Los bailes en la Plaza del Castillo.

No pudo disimular una mueca de asombro, y eso me hizo sentir bien.

–Pero…

Ahora fui yo quien le corté:

–Acudo todas las tardes religiosamente, con la misma devoción sanferminera que otros van a los toros. Yo disfruto con los txistus, con las cadenas humanas danzando alrededor del kiosko y la luz morada del atardecer.

El joven seguía ligeramente aturdido aunque mantenía el tipo con media sonrisa impostada.

–Me gustan, sobre todo, el Zortziko porque tienen una rara alegría que levanta el alma, y el Zazpi Jauzi, que aunque es muy infantil es también muy popular, y lo pueda bailar cualquiera, incluso los que vienen por primera vez a Pamplona; pero sobre todo yo soy de la Era, con su cadena, su fandango, sus boleras… Es elegante la Era… acaso el más elegante de los bailes navarros..

Y así estuve un rato, desvelándole a aquel reportero aprendiz los pormenores de dantzas y jotas hasta que consideró que ya tenía suficiente y dio la entrevista por concluida. Me despidió con un golpe en el hombro. Yo levanté la barbilla, me llevé las manos a las ruedas y di un fuerte empujón para ponerme en marcha. La silla y yo comenzamos a movernos camino de Merindades. Tenía que hacer un recado.

 


Josemiguelerico y los chupetes

Mis dos primeras entradas en el blog hablaban sobre los padres así que hoy, para cerrar mi colaboración en 2015, voy a hablaros de San Fermín y los hijos. Sé que es un tema peliagudo. No solo por las silletas, que es algo que genera bastante polémica por estos foros; sino, sobre todo porque la mayor transformación que una persona sufre en su forma de vivir estas fiestas es, precisamente, la maternidad/paternidad. Es tener un hijo y, de repente, descubres un nuevo mundo. Hay vida después del encierro. Concretamente gigantes, la noria y las barracas, desfile de las mulillas, las actividades en Conde de Rodezno, globos de helio, toro de fuego…

A pesar de eso, algunos y algunas intentamos no perder las buenas costumbres y, gracias a la inestimable labor de los abuelos convertimos esos nueve días en una interminable gaupasa en la que fuerzas al límite a tu cuerpo como un deportista de élite durante las olimpiadas. Porque tratar de aguantar el ritmo de día y de noche debería ser deporte olímpico. Esas veces que estás cerrando el Iruña mientras ves amanecer de camino a casa (en el caso de no haber decidido por el camino que ya, total, te quedas a ver el encierro) y para las 11 te han traído a los críos, enredados en un globo volador que se quedará blandurrio pegado al techo de casa (si no se ha volado mientras intentas cruzar el paseo sarasate mientras tu niño mira al cielo y llora desconsoladamente. Y tú, parapetada en tus gafas de sol piensas que la que tiene ganas de llorar eres tú si no te tomas pronto un martini o algún otro brebaje revitalizante…).

Yo he ido con mis hijos a todos los sitios que se supone que tienes que ir si quieres construir un nuevo sanferminero de pro. O tres, como es mi caso. Solo una vez cometí un error de principiante y llevo ocho años pagándolo muy caro.

A una de mis hijas no había manera de quitarle el chupete, así que cuando tenía poco más de dos años decidí hacer lo que se debe hacer: es decir, regalarle el chupete a Josemiguelerico, el gigante europeo. Craso error. Mi hija lloró tanto que tuve que volver donde el señor gigante y pedirle, por favor que me devolviera el chupete de la niña a riesgo de destrozar mis neuronas y las del resto del personal con sus gritos de angustia.

Mi hija siguió unos cuantos meses más enganchada al chupete, mientras yo pensaba que aquello tenía que ser tan difícil como dejar de fumar y, lo peor de todo… Aún hoy en día, ocho años después, sigue mirando con el mismo pavor al gigante europeo, mi favorito. Ella, en cambio, le tiene manía, un odio atávico, como si supiera que en sus manos se encuentran los sueños y las babas de los más pequeños de Pamplona, esos que construirán los sanfermines de dentro de veinte años.

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7J- El Depote decisivo 1

Como ya todos sabéis, la semana pasada se celebró lo que se ha llamado “El debate decisivo” de cara a las próximas elecciones. En dicho debate, los representantes de los cuatro partidos con opción de gobernar discutían y debatían sobre sus ideas, propuestas y demás promesas que incumplirán. Con todo el bombo que se le dio al asunto, me sorprendió el buen tono del mismo en comparación con los debates decisivos que tengo yo todos los años en la cuadrilla, en lo que yo llamaría “7J- EL DEPOTE DEICISIVO”.

Lo llamó Depote porque como habréis adivinado se trata de un debate sobre las propuestas cuadrilleriles sanfermineras en forma de ronda de potes. Lo que se vive allí sí que es tensión y no lo del otro día en atresmedia. Los participantes van soltando parte de sus ideas en la cena de escalera previa, para a la hora del Depote decisivo tener ya algunos acólitos en sus filas. Los temas a tratar son diversos y solo en algunos casos existe unanimidad de criterios. Por ejemplo, sobre el tema de la salud se pasa muy por encima siendo todos conscientes del palo que le metemos al cuerpo. Si alguno es partidario de la dieta sana durante los Sanfermines debe hacerlo en la intimidad. Hacerlo público quitaría votos a cualquiera de sus futuras propuestas.

Pero esto es una excepción ya que en la mayoría de casos las diferencias son notables entre conservadores y progresistas. Así pasa en el tema taurino. Los progres quieren imponer un nuevo modelo de merienda multiétnica y poco trabajada. Ya solo la idea de no disfrutar de una ajoarriero y un bocata de magras ya revuelve las tripas de los más conservadores. En el tema de la bebida ambos se muestran más tolerantes aceptando casi cualquier pócima que llevaba un mínimo de alcohol.

Otro tema que provoca una gran división es el de la participación. En este caso en el txupinazo. Los conservadores o tradicionalistas no conciben ver el txupinazo en la tele sin acudir a Plaza Consistorial. Parecido pasa con el Riau-Riua, Procesión y demás actos institucionales. No aceptan las resacas como justificantes. Un triunfo importante de los conservadores fue la etiqueta. Incluso se amenazó con expulsar de la cuadrilla mediante decreto ley a los que vistieran camisetas de tirantes o piratas. Inquisidores les llamaron algunos. La sangre no llegó al río y se estableció como uniforme el pantalón de Chile o similar y la camisa. Se acepta el polo o niqui aunque para algunos es todavía una violación de la norma.

Sin embargo los progres o innovadores también han conseguido grandes logros a lo largo de los años. Por ejemplo consiguieron eliminar de las sobremesas las soporifereas etapas del Tour que se veían en cuadrilla. Quizás vuelva el tema en el próximo Depote gracias a nuestro paisano Nairo Quintana. También fueron los progresistas los que consiguieron un importante acuerdo territorial bajando a la cuadrilla de la andanada al tendido. La enorme oposición que se encontraron en su día hoy es agradecimiento por parte de los conservadores viendo la edad media de la andanada.

Y estos son solo algunos de los asunto de vital importancia sanferminera que se tratan en los Depotes Decisivos que todos los años se dan a lo largo y ancho de nuestra vieja Iruña. Cambiarán las fechas y las edades, pero estoy seguro que todos habéis participado o participareis en alguno de ellos.

P.D: Un año estuvo de moderador un amigo mierense. Cuando le llamé a finales de Junio para ver cuantos días vendría me dijo que lo dejaría para otro año. Que vió el ambiente enrarecido dijo.