Archivo por días: 16 de enero de 2013


Entre las 6 y las 9 3

Yo he sido un habitual de la Plaza de Toros desde txikito. Iba con mis padres desde que tenía 6 años y lo hice durante muchos años de manera ininterrumpida. Llegada la adolescencia dejé la compañía paterna para enrolarme en las filas de los “juerguistas de sol”. Varios años en la andanada disfrutando de las grandes tardes que nos brindaron los coletudos y los brebajes de los que dábamos cuenta sin piedad. Pero llegada la primavera de no sé qué año, mis acompañantes de sol me comunicaron que ese año no iban a coger abono. Que no irían a la Monumental más que un día o dos. Y aquí fue cuando surgió mi gran pregunta. ¿Qué se puede hacer en Pamplona en esas tres horas que van de las 18:00 a las 21:00?

Desde crío pensé que durante la corrida de la Feria del Toro, Pamplona se paralizaba. Se quedaba vacía. Nadie por la calle. 20.000 almas en la plaza era medio Pamplona. Los que no iban a los toros permanecían en casa viendo por la tele clásicos veraniegos tipo “Los Goonies” o “Tú a Boston y yo a California”. Saldrían a las 20h de sus guaridas para ver como nosotros salimos de los toros y luego ver los fuegos. Y como el plan de mis amigos era no salir de casa hasta la hora de cenar, empecé a entrar en un estado de ansiedad, solo superado cuando conseguí entradas para el 7 y el 8. Y como no tenía intención de pegarme todo el día en casa, organicé con otros tres amigos una comida para el 9. Y tras comer nos acercamos a la Estafeta. Y vimos pasar con envidia a la peñas rumbo a sus tendidos. Y los más atrasados corriendo con sus neveras y cubos. Y luego a un grupo de gabatxos ensabanados cantando al grito de Remý Martí. Y de ahí fuimos a San Nicolás donde una txaranga hacía las delicias de los allí bebidos al son de “A que te como el txotxogorri”. Y la calle estaba llena. Igual que Navarrería cuando subimos a esperar al Irrintzi. Con artistas callejeros rodeados del humo de los porros con sus bongos y diábolos. Y la sorpresa de que Pamplona no se quedaba desierta entre las 18h y las 21h. Y que en Pamplona ni se duerme ni se descansa. Que en cualquier momento del día tienes gente con la que disfrutar. Y al día siguiente después de comer nos fuimos a la verbena de Anttoniutti que estaba a reventar. Y al día siguiente a un abarrotado Labrit a ver la pelota…

Y ese año me di cuenta de que en los toros uno se lo pasa de lujo, pero también de que hay cosas más allá del coso, algo para mí desconocido hasta entonces. Y aunque al año siguiente y al otro volvimos a coger abono para la andanada, ese año supe que Pamplona no se quedaba desierta y aburrida mientras los demás estábamos en los toros. Y que en Pamplona hay mucha fiesta entre las 6 y las 9, aunque algún acérrimo veterano piense que en ese rato solo se disfruta en los toros.